lunes, 26 de abril de 2010

La saudade de Andrea Cabel

Andrea Cabel (Lima, 1982) comparte con nosotros en "oh, palabras vírgenes" poemas de su "plaquette" Uno rojo que publicó el año recien pasado la Colección Underwood de la Pontificia Universidad Católica del Perú; además de un texto que publicara en la Revista Fórnix, del poeta Renato Sandoval.
Sin duda, y como lo hemos conversado con otros poetas de su generación, Andrea Cabel tiene un manejo inteligente y tenso del idioma y su poesía es realmente de las mejores que se vienen trabajando entre los jóvenes peruanos.
Lo mas pronto posible tendremos una entrevista con la poeta así como poemas recien publicados por ella en la prestigiosa revista limeña Hueso húmero.



el once

los padres no existen, son viejas armas de guerra, excusas falsas para evadir la sensación
de estar solos. los aeropuertos repletos de gente, las ventanas abiertas gritando
corrientes infinitas de aire. un estómago que corre y se sostiene apenas, grita y gime
escondido en sí mismo. no te vayas nunca, no te vayas nunca. un estómago que araña su textura, su manía de latir hacia el cielo. la inmensa bóveda de soledad se abre en dos, en
tres, no te vayas nunca, me quedo contigo, la cama se hace dos veces ella, no te vayas
nunca once veces caminaré la misma vereda roja, roja de azúcar y distancia.




después de todo, ¿qué saben del adormecimiento? nadie siente las piernas como las
siento yo. llenas de ventanas, borradas de sueño, arrojadas en palabras a desteñirse sobre
el océano. quién se hincha de distancia y brilla penitente esperando una escama, un
nombre de muerte, una llama recién nacida, diaria, resuelta. quién desaparece buscando
un lado igual, una antigua imperfección. quién deshace el incendio y se hace rectángulo,
garganta, puerta.




saudade

se llenan tus ojos amplios, tu voz de animal encerrado. silenciosa lágrima tornasol,
quédate toda la noche y respira en mi espalda, dime que el espacio no son rostros, no
son dientes o jaulas que giran y permanecen. acerca la voz de esos pájaros libres,
sobrepasa la sensación de prestigio, de estirpe, quédate mordiendo la materia agria de
estar sola, de estar tantas veces tan sola.


(Poemas tomados de la "plaquette" Uno rojo. Lima, 2009. Colección Underwood. Pontificia Universidad Católica del Perú)




una mujer de lunares azules


tus brazos no tienen rumbo, son llaves abriendo la fruta. tus piernas, secretas orillas que
vuelven anchas aguas en tempestad. un hombro de luna que alcanza el cielo y deshoja la
calma. todas las paredes de casa, transparentes, llenas de sombra y sol miran perfectas
las huellas del agua pateando los bordes. podría llenar mi alma de cosas nuevas, de
estrellas y color morado. seríamos para siempre, un puñado de aves que inunda y
encierra, seríamos entonces, tacto y sospecha simulando aleteo, escama, naufragio.


(Poema tomado de la revista Fórnix, 2007)



viernes, 23 de abril de 2010

Entrevista a Víctor Ruiz Velazco: la palabra en el tiempo


23 de abril, día del libro. Qué mejor celebración que con la prometida entrevista a Victor Ruiz Velazco, artífice desde Lustra editores de importantísimos poemarios, tanto para el público peruano como para cualquier hispanohablante. De muestra algunos botones: el Ptyx y Habitación en Roma de J.E. Eielson, Memorial de Casa Grande y Nudo Borromeo de Rodolfo Hinostroza, la poesía completa de Oscar Hahn, La palabra en el tiempo, antología de Washington Delgado, la colección de poesía joven Piedra/sangre, y un larguísimo etcétera.
Y en lo que le tomamos la palabra al poeta y editor es en que, este año al cumplirse el lustro de Lustra editores será tomado como un nuevo aliento para seguir bregando en esta "batalla siempre que ganada" que es la publicación y la creación de poesía.




Primera parte


- Se dice que la etapa universitaria marca lo que será la vida del escritor ¿crees que esto es cierto? ¿cómo fue tu paso por la Universidad Villareal?
Si bien estudié Literatura, descubrí muy pronto que la carrera no me formaría como escritor. Sin embargo la crítica literaria me entusiasmó mucho en los primeros años. Sobre todo porque básicamente en la carrera te enseñan a “leer” e “interpretar” y te dan todas las armas para ello. Estudiar y leer no solo textos literarios, sino Historia, Filosofía, Sociología, Antropología; en fin, las ciencias humanas y sociales sobre todo, y haciendo una hipérbole en torno a la semiótica: el mundo. Todo esto ha sido fundamental para mi proceso de aprendizaje, no solo como profesional, sino como creador, mi profesión que no requiere de título. Después la crítica y teoría me entusiasmó cada vez menos hasta finalmente serme útil solamente para empezar a hablar de ello cuando estoy inmerso en una conversación tediosa. Aunque a veces es cierto que puedo entusiasmarme aún mucho. Esto en el tema de lo que la Universidad me dio. Pero hay un elemento no cuantificable que también en ese momento la Universidad podía ofrecerme y que la especialidad viene dejando de lado, y es que contar con verdaderos creadores como Wáshington Delgado u Oswaldo Reynoso era no solo un privilegio, sino la justa contraparte que toda carrera de especialidad debería tener. De hecho fue Wáshington el primer director de la escuela de Literatura y quien junto a Oswaldo y a otros Maestros, así con mayúscula, organizaron la primera currícula de la escuela. En una conversación con alguno de los dos aprendía más que en un semestre entero de Interpretación de Textos (cuando terminado el semestre y habiendo pasado de moda en moda como habitualmente se pasa por de la Pragmática a la Narratología y a la Estética de la recepción, hasta creerte un “verdadero lacaniano” te dabas cuenta de que habías pasado un semestre entero sin leer una sola novela o un solo poemario). Y cuando digo que “aprendía más”, me refiero a algo que no solo sirve para pasar el curso, sino en muchos casos aprendizajes de vida.

- ¿Cuáles fueron tus lecturas más frecuentes en la etapa universitaria?
Creo que si hay algo en lo que inicialmente coincidimos todos que ingresamos a finales de los 90s y que estudiamos en los primeros años de los 2000 (Literatura, digo) es que en la Universidad es donde descubrimos finalmente la importancia de la tradición poética peruana. Algo de lo que probablemente solo algunos habíamos tenido “sospechas” en el colegio. Insisto una vez más que esto se debió probablemente no a cursos de la carrera en sí, de hecho lo que menos se lee en Literatura es Literatura propiamente dicha, sobre todo en los primeros años. Lo que se lee básicamente es ciencia sobre la literaria, crítica, teoría. De todos modos, con una tradición tan importante y fuerte como la peruana, es imposible, si es que no se leyó ya en el colegio, dejar de leer en la Universidad a autores como Westphalen o Martín Adán, la generación del 50, nuestros grandes clásicos (Eielson, Varela, Romualdo, Delgado, Sologuren, Miranda, Bendezú; en fin, podría salir un equipo de fútbol con todo y suplentes de esta generación). Estos son los poetas con los que se inicia un sentido de pertenencia, un sentido de “Tradición” pues es con ellos que Vallejo está ya plenamente interiorizado y como decía Arguedas, otro genio dicho sea de paso, Vallejo es principio y final… pero más principio, desde luego. De los sesentas, sobre todo a Hinostroza y a Cisneros, pero también, qué duda cabe, a Martos, Corcuera, Ojeda, Curonisy, Calvo, quien escribe, y no para pocos, el poema más precioso de la poesía peruana: Nocturno de Vermont (el más precioso, no el mejor ni el más importante). De los 70s, Watanabe y Verástegui, principalmente… Después a los clásicos universales, desde luego: Rilke, Pound, Eliot, Trakl, Kavafis, Celan… lo que te lleva a Dante y después a hacer un recuento de toda la poesía universal. Aquí si debo ser justo y decir que desde literatura griega, pasando por el medioevo y los románticos, hasta las vanguardias finalmente en séptimo y octavo ciclo de carrera los terminas leyendo, afortunadamente, si es que no los leíste fuera de la Universidad.

-¿Cómo fueron los primeros recitales? ¿Con qué poetas jóvenes te relacionabas en ese entonces? ¿Cómo ves pasados algunos años ese “boom” de grupos que hubo en el 2000?



Digamos que todo se fue “haciendo” de una manera casi espontánea. En la Villarreal había un grupo poético, al mismo tiempo en San Marcos, Católica y la De Lima se habían formado grupos o colectivos y cada quien quería ejercer su “localía” y, por qué no, “medirse” con los otros, por lo que organizábamos recitales y encuentros, algunos de los cuales duraron casi cuatro horas. De todos modos ahora me parece increíble que hayamos podido hacer esto posible en esos años. Al comienzo era bastante serio esto para nosotros. Literalmente éramos escuadras conformadas por poetas (todos menores de 21 años probablemente) que se “enfrentaban” a otros. Demasiado jóvenes, demasiado ego… en fin, todos hemos tenido 19 ó 20 años alguna vez. Ahora que recordamos esto nos da risa y hasta algo de pudor, sino bastante. Muchos de mis antiguos “adversarios” de esos años son ahora amigos entrañables con los que he crecido. Creo que el asunto pasa por haber vivido esto que tuvimos por nuestro lado, juntos finalmente, y habernos reencontrado muchos años después. Con más kilos, más años y un poquito más tranquilos ya. El tema de los grupos duró un año o dos. Fue intenso, pero fue bastante efímero. Como el final de “La guerra de los mundos”: un buen día simplemente todo se acabó. No más Sociedad Elefante, no más Taller de la de Lima (que nunca fue un grupo, sino más bien el taller que dirigía el maestro Renato Sandoval), no más Coito Ergo Sum, no más Colmena, no más Cieno… De repente empezamos a publicar libros y olvidamos las plaquetas. Ese fue el salto de hacer talleres de poesía a empezar a hacer poesía en serio.

-¿Frecuentabas algunos poetas mayores en esos años?
Sí, siempre tuve la idea de hacer una revista de poesía. De hecho tenía material para los primeros 5 números. Esto ya en tercer año de carrera, cuando decidí inscribirme en el mínimo de cursos permitidos para poder matricularme, algo así como un año sabático que tomé en 2001 y en el cual me dediqué a conocer a todos aquellos poetas que había leído. Para ese entonces Wáshington Delgado ya no estaba en la Universidad y yo iba a visitarlo frecuentemente, recién fuera de la Universidad es cuando inicio mi amistad con él. Por el mismo tiempo conozco a Rodolfo Hinostroza, a Cisneros, a Watanabe y soy un frecuente “paracaidista” en sus casas. También tuve mi tiempo de acosador esperando a Romualdo en la puerta de su casa ya que él no recibía a nadie y solo salía de su casa a almorzar a las 12:30 p.m. Finalmente lo conocí gracias a Alessandra Tenorio, quien trabajaba por esos años organizando las actividades culturales de la Noche de Lima y logró juntar por última vez en un recital a Romualdoy a Wáshington, una noche inolvidable. En 2002 la De Lima organiza un encuentro de escritores llamado “Qué hacer con la literatura”, ahí conozco a Humberto Ak´Abal, Óscar Hahn, entre otros y entablo una amistad epistolar con ellos, sin saber que algunos años después terminaría publicándoles, ya no entrevistas sino, libros, más de uno en algunos casos, con mi sello editorial.



- ¿Crees que esta década fue un renacer de la poesía luego de los noventas?
Siempre pensé eso, sabes. Pero ¿cómo podría pensar seriamente esto con autores como Ildefonso, Irigoyen o Lucho Chueca o Christian Zegarra, por nombrar a algunos de los más importantes nombres de estos años? Importantes y conocidos. Es cierto que no hay una línea de continuidad, ni del tipo de influencias, en el sentido de que leyeran en los 90s lo que empezamos a leer en los 2000, ni mucho menos que nosotros los leyéramos a ellos. De alguna manera la obtención del Copé por parte de Miguel en 2002, si mal no recuerdo, reivindica un poco esta generación llamada perdida y hace visible, al menos para nosotros (los del 2000) a un autor como él. Creo, sin embargo, que a grandes rasgos, pocos consiguen el nivel de Miguel, pocos consiguen materializar una propuesta que pase de ser enunciativa o de contexto, a desarrollar un corpus poético reconocible en un concepto de Obra o que apunte a ello. Por eso hablaba de Irigoyen también, quien la tiene muy clara en un comienzo, o desde el comienzo.
Si se critica que en el 2000 hay demasiado “academicismo”, en lo que he leído de los 90s me parece que el discurso marginal o de voces que intentan ser marginales en un lenguaje casi de tipo transcripción de una conversación en el Quilca de los 90 ó en La Parada de los mismos años, es análogo a la idea de Stendhall de salir a pasear con su espejo a través de las calles para retratar la realidad. Creo que el asunto pasa por la manera en cómo cada grupo o generación o promoción, asume su momento y contexto, la diferencia entre 90s y 2000s, principalmente está, creo, en que mientras cuando lees a alguien del 2000 hacia delante, obviamente cuando digo esto me refiero a autores como Bruno Polack, Miguel Ángel Sanz Chung, Romy Sordómez, José Agustín Haya, Andrea Cabel, Miguel Malpartida o Paul Guillén (sobre todo en su primer libro), conectas inmediatamente esta lectura en diálogo con generaciones de los 50s o 60s, sobre todo; mientras que al realizar esta misma operación con muchos de los autores de los 90s encuentras más bien mucho del 70 en su versión Hora Zero y 80s, también en su versión Hora Zero, entiéndase el mismo Hora Zero o Kloaka: una línea de continuidad más o menos evidente que va de los 70s a los 90s, siguiendo una misma vertiente. Me parece que hacer una cartografía allí es hasta cierto punto bastante sencillo, salvo algunas excepciones, como ya dije. Y ojo, no se trata de qué es mejor o peor. No estoy valorando aquí la importancia o no de esta poesía, solo estoy tratando de contextualizar o de dar ciertos vectores por donde se desarrollan las últimas promociones de la poesía peruana. Son procesos distintos, son formas de abordar la tarea de inscribirte, concientemente o no, dentro de una tradición. Entonces digamos que siendo que el comienzo del 2000 implica no solo un fin de siglo, sino también de milenio, esta relectura de los clásicos fundamentales era algo más o menos predecible hasta cierto punto. Entonces releemos el “Todo”, lo sintetizamos, dialogamos con ellos, y en muchos casos, con autores con los que nuestros “ellos” también dialogaron. El hecho que tanto los 50s como los 60s te abran puertas a la poesía inglesa (Eielson-Hinostroza-Cisneros), francesa (Sologuren-Varela-Hinostroza), española (Delgado-Martos), alemana (Guevara-Hernández), digamos que, cuando menos, amplía el espectro.




Segunda parte: la travesía editorial



-Hubo también un “boom” de editoriales independientes, como actor privilegiado del tema, ¿cómo crees que se dio esto?
Creo que de alguna manera el precursor es Álvaro Lasso, de los abanderados editores que estudiaron literatura, quiero decir. Creo que el asunto es bastante lógico si te lo preguntas: ¿pragmáticamente para qué te sirve la carrera de Literatura? ¿Alguna vez has leído un aviso de empleo que diga: “se necesita crítico literario”? Porque es para eso que estudiamos. La especialidad no es para ser poeta o narrador o profesor de literatura, es para ser crítico literario. Entonces con una carrera que no tiene un puesto de trabajo esperándote en revistas especializadas o periódicos, ¿qué haces?... Algunos seriamente y con bastantes expectativas se convierten contra todo pronóstico en profesores, otros, sobre todo los que siempre tuvieron algo que ver con el tema de la creación y las publicaciones universitarias deciden apostar por empezar a publicar a sus amigos, quienes desde luego creemos son el mejor secreto guardado de la literatura nacional. El proyecto personal se va haciendo una vez más una cosa de grupo. Varios sujetos apuntando a una misma dirección. ¿Generación espontánea? En absoluto, es un síntoma, una respuesta. Un acto de rebeldía. Del mismo modo en que cuando se desarrolló el “boom” de los grupos poéticos, cada uno de los grupos, salvo San Marcos probablemente, pues en sus aulas se desarrollaron más de cinco grupos, pensábamos que éramos los únicos y lanzamos una botella al mar a ver quién la abría. En este caso quienes lanzaron la botella fueron los chicos de Borrador Editores, quienes antes habían tenido un taller de narrativa y poesía y habían decidido empezar a editarse, inicialmente, y editar a otros autores después, como todos nosotros; decía que Borrador realizó un encuentro de editoriales y los que nos conocíamos nos conocimos más y los que no nos terminamos conociendo ahí. Entonces de un momento a otro el asunto dejó de ser una batalla personal y se convirtió en algo casi gremial, una pequeña ola con Matalamanga, Estruendo, Borrador, Lustra, entre otros sellos que al empezar a publicar “abrieron” un espacio de difusión a la obra de autores que probablemente se hubieran demorado mucho más en ser editados por sellos como Planeta o Alfaguara. Eran apuestas editoriales las nuestras, no comerciales. Y sin embargo cada uno empezó a tener un nicho, por eso nunca nos vimos como competencia, de hecho aportamos a la bibliodiversidad y lo seguimos haciendo, aunque cada vez es más difícil seguir publicando. Creo que ese boom está en el momento de consolidarse o desaparecer, curiosamente (salvo Estruendomudo) por ese animus “no comercial” que impide que un proyecto o empresa pueda ser sostenible. Hay que replantearse muchas cosas, es el momento de, con todo lo ganado, llevar a cabo la consolidación de una verdadera industria editorial peruana, no importa que sea pequeña, pero debe serlo para que estos sellos perduren en el tiempo y no terminen siendo esfuerzos solitarios que coincidieron en un mismo tiempo para crear una ilusión de que “algo pasaba”.


¿Cómo surgió la idea de crear Lustra? Cuéntanos un poco la historia de inicio.
¿Cuáles fueron las primeras publicaciones de Lustra, y cómo las financiabas? ¿Cuántos años de labores tiene lustra y cuantos libros se han publicado?

Las primeras publicaciones de Lustra fueron plaquetas que Sergio Camacho, viejo amigo, y yo financiábamos. En 2004 publicamos Muerte sin fin de Gorostiza, la versión preliminar de Hotel de las nostalgias de Óscar Hahn (que después apareció como libro, muy pero muy ampliado), Nudo Borromeo de Rodolfo Hinostroza (solo el poema) y La canción de amor de Alfred Profrock de T.S.Eliot. La idea era publicar porque podíamos hacerlo. Tenía los permisos, quería hacerlo y creíamos sobre todo que era fundamental que lo hiciéramos. Es como cuando tienes algo tan grande o tan bello que no puedes evitar querer compartirlo. Así sentíamos esas lecturas, esos años.
En 2005, ya sin Sergio, edito mi primer libro bajo el sello, pero el primer libro que aparece por el sello realmente es Memorial de Casa Grande de Rodolfo Hinostroza, que desde luego, tras no publicar un poemario en 34 años, captó la atención de todo el mundo y puso a Lustra en un lugar expectante desde el principio. Eso es algo que siempre le agradeceré a Rodolfo. En 2005 y 2006 publico muy pocos libros, tres o cuatro financiados algunos por los autores y otros conjuntamente. En 2007 es el año de despegue en términos de cantidad de publicaciones y pude editar a autores que siempre había querido editar y a quienes no podía editar por falta de recursos. En ese tiempo se inició una relación bastante productiva con el AECI-CCE en Lima, y gracias al apoyo de quien fue su director por esos años, Ricardo Ramón, publicamos un promedio de 25 libros en un lapso no mayor de dos años (de 2007 a 2008), que tuvo como broche final la edición de lujo de la colección Piedra/Sangre, 15 poetas peruanos nacidos después de 1976, que probablemente hubieran sido 25 si es que todos hubiéramos coincidido con libros en ese momento. A la fecha lustra ha publicado un promedio de 80 libros en un lapso de cinco años. Este 31 de mayo se cumple el lustro de Lustra.


De qué libros que has publicado te sientes más orgulloso, tanto editorial como poéticamente.
Para mí editar a autores como Hinostroza, Wáshington, Gorostiza, Hahn, es algo indescriptible y plenamente gratificante. Lo que se viene prometo que será igual de grande y bueno. Pero haber podido sacar Habitación en Roma de Eielson ha sido para mí algo que por sí solo me retribuye todo lo que haya podido sufrir en el camino. Ese libro y su edición, que le hace justicia, modestia aparte, me parece una exquisitez. La colección Piedra/Sangre también es un trabajo del cual me siento muy orgulloso, pues Bruno Polack y yo logramos dar forma a algo monumental que simplemente en términos editoriales merece ya un reconocimiento, mientras que en cuanto a lo poético y la valía de los textos (todos hablaron de la edición, nadie mencionó los libros, muchos se resintieron) será el tiempo el encargado de situar en su verdadera dimensión esta apuesta nunca antes hecha e irrepetible, al menos en las mismas circunstancias, de eso estoy seguro.



-¿Cómo responde el público peruano a libros de autores consagrados como los de Eielson o Hinostroza?
Precisamente libros como los de Eielson e Hinostroza son ejemplares que siempre se comentan y aunque no lleguen a ser best sellers siempre se están vendiendo y es emocionante y gratificante saber que así como yo leí a Eielson, entre otras ediciones, en ediciones de Padilla o de Rebaza, y a Hinostroza en la edición de Mosca Azul (horrible edición que al mismo Rodolfo le causa escozor, pero que yo atesoro), el saber que de una pequeña manera contribuyo a seguir este legado en otros más jóvenes te hace pensar que se está por el buen camino.


-Si no me equivoco es la única editorial dedicada exclusivamente a poesía en el Perú.
Debes tener muchos apoyos de instituciones, cuéntanos un poco…

De hecho es la única editorial dedicada exclusivamente a publicar poesía en la región. Y no, en el Perú no hay apoyo ni para la poesía ni para nada relacionado a la edición de libros. El único momento en que esto fue así fue cuando el AECI-CCE decidió apoyar la publicación de tres colecciones que le planteé a Ricardo Ramón. De alguna manera esto abrió las puertas para que el apoyo se extendiera a otros sellos también: Borrador, Mesa Redonda, Tranvías, Estruendomudo, entre otras. Sin embargo, creo que la nueva dirección ha decidido apoyar otro tipo de productos culturales, más bien relacionados al desarrollo social. En todo caso, esto grafica muy bien que el apoyo siempre viene de afuera y que el Perú como Estado es incapaz de no solo promover este tipo de iniciativas, a toda luz no solo democráticas sino necesarias si pensamos en relación a lo que ofrece Norma o Planeta y su discurso de la “bestsellerización” del mercado editorial, últimamente sobre todo, sino de crear los medios para quienes apostamos por algo “no lucrativo”, a pequeña y micro escala, y nos dedicamos a labores sisifescas como la edición de libros (entre muchas otras labores contra la corriente y que apuestan por la cultura) tengamos siquiera el más mínimo apoyo para continuar con nuestro trabajo, una vez comprobado la valía del mismo. Digo, los años, la cantidad de títulos publicados, ¿es un aval, no? O debería serlo al menos. Y cuando hablo de crear los medios, no solo me refiero a algo que compete a editores, es todo parte de un circuito que debería incluir en primer término a los autores, editoriales, librerías, en fin… todo aquello que forma parte de esta maquinaria editorial.
En México, Chile, Argentina, hay premios nacionales y vitalicios para sus autores. Apoyo y subsidios para empresas editoriales, para que sean sostenibles, becas, capacitación. Aquí el editor se hace en la calle, en el centro de Lima o si tiene suerte, y más presupuesto, publicando con alguna buena imprenta. Nuevamente España es un ejemplo, cómo integra a editoriales emblemáticas a un aparato inmenso de producción artística: Visor-Casa de Amércia-Agencia de Cooperación Española, por solo dar un ejemplo. Es decir, el Estado debe proteger y garantizar la continuidad de estas iniciativas. Hay mil formas para hacerlo posible, compra de libros en bloque para llevar a cabo la implementación de bibliotecas públicas, obviamente junto a otros libros, o implementación de bibliotecas de estas grandes Unidades Escolares en las que el Gobierno invierte millones de dólares para hacer piscinas olímpicas y olímpicamente olvida poner libros en sus bibliotecas… Sin embargo el libro es visto como un objeto de lujo por las autoridades y mientras esto siga así cualquier esfuerzo será siempre insuficiente. Ojo, no pedimos que nos regalen el dinero. No nos creemos mártires ni mucho menos. Pero si existe una ley del libro y de promoción a la edición contemplada en algo llamado COFIDE-LIBRO, por ejemplo, algo que del mismo modo que en el caso de cualquier micro empresario que se capacita puede recibir un préstamos a manera de subsidio para llevar a cabo su empresa, ¿por qué no reglamentar esto que ya existe y hacer viable el desarrollo sostenido de una industria editorial peruana? O poner la primera piedra para que ello sea posible. ¿Qué intereses hay? La ley del libro se acaba en 2012 y no se ha hecho nada. Por ley existe, por ejemplo, un precio especial internacional para envío de materiales impresos, de libros y derivados, que toda compañía de servicios postales debe ofrecer, pero aquí esto es algo que Serpost parece “desconocer mayormente”.


Tercera parte: la voz del poeta


-¿Cómo conjugas tu tiempo de editor con el de poeta?
El poeta debe ser también editor, al menos de poesía, al menos de su poesía. Para muestra un botón: Pound, quien por cierto decía que un poeta que se precie de serlo debía ser capaz de escribir un buen verso en cualquier momento. También decía que no creía en los críticos que no habían escrito un solo poema de buena factura. Algo hay de eso. Todo es un proceso, leer, escribir, corregir, vivir… todo aporta. Hay que ser leal con la poesía y la poesía lo será con nosotros. Quien desarrolla una conciencia crítica sobre su propia obra y empieza a plantearse una reflexión sobre su propio proceso creativo (cómo se produce, a qué apela/de qué manera se acerca al hecho poético, cómo lo desarrolla: técnica, recursos expresivos) puede tener un punto de partida para poder leer desde otros centros, y con cierta objetividad, la obra de autores en los que nuestra intervención es requerida. Yo corrijo poemas y libros de poemas que convierto en poemarios, en otros solo pienso el objeto libro junto a mi diseñador, y es que no son pocos los libros a los que no le he tocado un solo verso. Así como hay que despojarse de todo ego para someter tu texto a otro, el editor tiene que tener el suficiente tino para saber cuando no intervenir. Yo he corregido y corrijo, pero también a mí, como poeta, me corrigen los textos algunos amigos, sobre todo algunos textos sobre los que tengo dudas. Aquí podría decir que por ejemplo para Délibáb enemigo del viento, la intervención de José Agustín Haya de la Torre fue fundamental para que el libro fuera lo que siempre quise que fuera, del mismo modo que para Liebe la muerte en el otro Bruno Polack fue casi un Virgilio para mí, sobre todo al indicarme por dónde estaba “el libro”. Si no estás dispuesto a aceptar la crítica y a ver por una distancia mayor a la de tus narices es complicado que puedas producir algo notable. Leer, escribir y editar es como aprender a leer, escribir y respirar… a contar, sentir… es algo que seguirás aprendiendo siempre. Ahora, cuando soy poeta, en primer término escribo, luego corrijo o reformulo, ahí, en ese momento, soy editor de mi propio texto. Se aplica otro tiempo de inteligencia en ese proceso. Una menos visceral, más racional y fría hasta cierto punto. Necesaria. Cuando edito un libro no soy poeta, solo soy editor y es esa distancia la que me permite ver el texto como un artefacto estético desprovisto de cualquier carga sentimental que no sea producida por la correcta utilización de las palabras para producir esa sensación, si se tratara de un poema romántico, por ejemplo. No hay contaminación, los planos nunca se cruzan.

-Quizá es indiscreción, pero me comentaste que tenías un cariño especial por “Délibáb” (2007), ¿qué elementos tiene este libro para que lo consideres así?
Bueno, casi siempre lo que más te cuesta es lo que más valoras. Délibáb fue escrito en el lapso de cuatro años y reescrito en el lapso de tres meses. Digo reescrito porque perdí la versión final, tanto en su archivo impreso como en el digital y tuve que reconstruir el libro a partir de apuntes y algunos poemas que envié a unos amigos. Estaba tan claro en lo que quería hacer que no me resultó tan complicado volver a escribir el libro hasta que fue lo que siempre deseé que fuera (había dicho ya que la participación de José Agustín fue fundamental). Este libro es una especie de Catedral barroca en la que lo más importante es una pequeña tumba de madera donde yacen los huesos de un mártir. Desarrollo mi propuesta estética a plenitud en este libro. Precisamente la idea del Délibáb como modo de lectura e interpretación de la Historia y el conocimiento. Tiene una fuerte carga mítica. Inicialmente tendría notas que ayudarían al lector en esta reescritura, que es lo que esencialmente es Délibáb, luego decidí eliminarlas a sugerencia de algunos amigos que me dijeron que ya era demasiado elotiano el asunto. Délibáb Es un libro imperfecto y por eso le tengo un especial cariño. Si en Aprendiendo a hablar con las sombras escribí un libro a manera de paleta de pintor en la que intentaba mostrar todas mis capacidades (en muchos casos deficientes) expresivas, un exceso de juventud puesto de manifiesto, en Délibáb empecé a escribir desde donde ya no sabía. No quería escribir un libro con poemas epigramáticos, que para muchos era lo mejor que hacía y que hago hasta hoy, no quería ser correcto y escribir bien. No quería seguir un molde. Quería transgredir, volverme loco, porque estaba loco realmente. Así, la cabeza de Juan cayendo desde siempre, rodando, es la pérdida de la razón. Délibáb es un libro escrito desde las orillas. Es un espejismo en buena cuenta, una sucesión de capas que, sin embargo va narrando una historia, en realidad tres, que se entretejen en una trama casi imperceptible…, pero las aves de las que habla el Ulises de “Nostos” que es el primer poema del libro, son las mismas aves que aparecen en el último poema “El pozo del infierno”, las golondrinas de mar que desovan en un islote cercano a la Isla de Pascua y que propicia una competencia entre dos clanes por el dominio de los recursos casi acabados de algo que en un inicio fue el Paraíso y que después solo será un dedo acusador en medio del mar. Délibáb es un libro escrito desde la pérdida. Escrito en códigos también, pero no es oscuro. Como toda poesía que se precie de serlo Délibáb busca la claridad. Sin embargo es cierto que existe cierto código que va desde la foto del autor hasta la imagen de la contratapa. La pérdida de la infancia, del amor… son otros temas. El poeta debe hablar de los grandes temas siempre, el narrador de lo mínimo. Decía en la presentación que era un libro, entre otras cosas, escrito en clave de guerra, como esos amores en medio de bombardeos en la segunda guerra mundial, amabas rápido (parafraseando a Watanabe) pues no sabías si al día siguiente te caería una bomba encima, aunque a veces el amor es la misma bomba que te aniquila y te saca de ti. En fin, podría hablar mucho de ese libro, aún puedo recordar la exacta motivación y planteamiento. Es un libro imperfecto, ya lo dije. Pero nada le falta ni nada le sobra. Nada escapa a mis deseos en ese libro.


-Yo noto en tus dos últimos libros, el ya mencionado “Délibáb”, y “Liebe, la muerte en el otro”, un familiaridad con Eielson, y con T.S. Eliot. ¿Voy por buen camino?
Sí. Pero sinceramente estos son los diálogos más evidentes. Es decir, Sobre todo en el primer libro está presente Eielson, pero en Délibáb, y en Liebe también, no solo —en el primer caso— con el poema que le dedico, sino y no sé si es notorio (intenta serlo) el homenaje que le hago escribiendo 1789 que parte de la base rítmica de un poema muy distinto de Eielson llamado Ptyx, las imágenes, el tratamiento le debe bastante a Ptyx, también está en el poema “La puerta de la noche”, de hecho el título es el nombre de una escultura de Eielson, y aunque le deba mucho, sobre todo en cuanto a mis procedimientos técnicos a Eielson, debo decir que “el tono” es de Vallejo, el Padre César, como decía Eielson. Y es que Vallejo es tan grande que está incluso cuando no está. Respecto a Eielson, de lo que tengo conciencia plena en Délibáb es que aparece expresamente en estos tres poemas que te menciono. En igual o mayor medida están presentes Pound, Rilke, Trakl, y sobre todo, y nunca supe hasta hace poco cuánto, Kavafis, entre muchos otros. Y es que Délibáb plantea una suerte de “logia” en la que no solo rindo homenajes sino que me interesa hablar no solo “de”, sino hablar “a través de”, “desde” estos autores que te menciono, precisamente porque se trata de voces fundamentales: la tarea es encontrar el “cuerpo”. Hay una suerte de procedimientote tipo samples en la construcción del libro. Hay edición, en el sentido estricto de cortar, pegar, unir, urdir, hacer coherente algo y de otorgarle un espíritu como cuando se edita una película y es en este proceso que se devela una obra de arte o un bodrio. En el libro siguiente, inédito, llamado Euforión o la presa (el inmediato a Délibáb, pero aún inédito… es parte del planteamiento de esta tetralogía) el planteamiento es distinto, si Délibáb, como decía era una especie de Catedral barroca o gran pieza sinfónica (alargando la imagen), Euforión es un solo de violín de tres horas. El mismo que se va decantando hacia el final y que empalma con el primer poema de Liebe, sin título, pero que no solo empieza con verso de “La canción de amor de Alfred Prufrock”: En verdad habrá tiempo, sino que basa toda su estructura rítmica en la parte a la que alude los versos citados, una especie de cover, con lo cual cierro esa etapa de citas y de dialogismo, al menos en un nivel retórico. Después de esto, tal vez pueda decir que si aparece en algo Eielson es, de alguna manera en el poema que inicio con “Si Fosse Focco” y que podemos reconocer en “Primavera en villa Adrianna” de Habitación en Roma, pero no precisamente me baso en Eielson sino en el poema al cual hace referencia Eielson en su propio poema. Es decir ya no cito lo que dijeron, pero me interesa hablar de lo que probablemente hicieron muchos de los que hablé antes. El asunto es simple, Liebe es Ulises contando su historia, su historia en sus propias palabras y con todas las mentiras y fabulaciones del caso, en la corte del rey Alcinoo. Para muchos es mi mejor libro.

jueves, 22 de abril de 2010

Presentación del poemario "Ciudadelirio" de Mario Morquencho


Siempre será de celebrar la presentación de un nuevo poemario, y esta vez le toca a Mario Morquencho, que hoy, 22 de abril de 2010 a las siete y media de la tarde, presenta su primer poemario: Ciudadelirio (Sol Negro editores, 2010). El acto se llevará en el Salón Hora Zero, ubicado en el Bar Queirolo del centro de Lima, con la presentación de los también poetas: Paul Guillén y Tulio Mora.
Mario, como entremés, comparte con nosotros un poema de este libro.



LA SIETE TRES

Aquí hay rostros de todos los colores,
rostros de princesas sin príncipe,
de sirenas en un plato de mariscos,
de niños tristes y gomitas de dulce,
de góticos y siniestros laberintos azules,
rostros con labios de secretaria a minifalda
con senos y glúteos que desbordan
altísimos niveles de morbo,
rostros de viejas gordas y gruñonas,
de obesos sudorosos y calvos,
de bigotones, dormilones y viejos verdes,
rostros con ojos de fábrica,
con ojos de obrero mal pagado,
rostros de “periódico chicha”,
de edificios sucios e inhabitables,
de azoteas poco confiables e inaccesibles
de casas a medio construir y aún más invisibles,
rostros de publicidad barata en todos los rincones,
de un graffiti clandestino,
rostros que llevan una ecografía de día lunes,
rostros que putean a cualquier cosa,
rostros que tienen rasgo de papel cansado,
rostros de paisajes y planetas perdidos,
rostros presurosos por llegar a cualquier destino,
rostro de plazuelas fugaces, de óvalos jorobados,
de by pass rumiantes y vía expresa inacabable,
rostros de ventana de emergencia,
de boleto de pasaje arrugado en el bolsillo,
de chulío tramposo, de chofer nervioso,
de calcomanía sin sentido, de carteles de protesta,
de “Vamos a la huelga”, de “No al paro”, de “Sí a todo”,
rostros de postes tísicos y enfermos,
de semáforo indeciso, de señales sin destino,
de paraderos repletos de impuntualidades mutuas,
rostros para colgar estrellas,
para descolgar cometas,
para dibujar otra cosa que no sea un rostro,
rostros que se olvidan, que no se nombran
o no tienen descripción,
rostro de todos, con escenas rutinarias y repetitivas,
decadentes e irónicas,
de películas viejas y en estreno,
de lunes, martes, lunes, miércoles,
jueves, lunes, viernes, sábado
y domingo al fin tu rostro,
el mío, el de ellos,
el de todos.

martes, 20 de abril de 2010

Diego Lazarte, el marinero de La Punta


Diego Lazarte (Lima, 1984) es sin duda uno de los poetas jóvenes más talentosos de los últimos años. Al igual que muchos poetas y narradores estudió Derecho, y lo hizo en la Universidad San Marcos, donde en el año 2003 ganó, con tan solo diecinueve años, los Juegos Florares con su libro La clavícula de Salomón. Con este mismo libro quedó finalista en el concurso José María Eguren en la ciudad de Nueva York, el año 2004.


Además de ser parte de varias antologías y muestras de poesía, ha realizado un homenaje a la poeta Nelly Fonseca Recavarren conjuntamente con el Centro cultural España de Lima.


El año 2008 publicó Diario de navegación (C.C.E y Lustra editores) el décimo libro en la colección poesía joven Piedra/sangre, de donde comporte con nosotros algunos poemas.





Playa La Rivera

Aléjate de mí
No te quiero más
Chévere
Héctor Lavoe


A este lado del mar
A esta playa desolada
Donde arriban algunas lanchas
Donde saben abandonarse algunos jóvenes
A desovar sus sueños.

A este lado del mar
He venido yo.
A agotarme con sueños breves y tenues
A compartir el trance de las embarcaciones
Extraviadas en la niebla.
A cerrar los párpados fuertemente
Con una bufanda en el cuello
Con la nostalgia entre los huesos.

A este lado del mar
He venido yo.
A escuchar el incesante golpe de los hierros
En el astillero.
A esperar pisadas familiares,
A silbar para no escucharme a mí mismo.

A este lado del mar
He venido yo.
Para sentir a la Luna que trepa a mis espaldas
Entre palmeras que tienen el triste tono de mis ojos,
Para sentir su pálida luz
En los fríos cantos y en mi corazón
Dividido entre villas y solares
Donde mis recuerdos crujen entre maderas
O enverdecen el fondo de las piletas.

A este lado del mar
He venido yo.
A lanzar mi corazón como un canto húmedo
A la noche, al mar
Sin escuchar nunca la orilla.



La Punta, 4 de junio del 2007




OCEÁNIDAS

Pienso en la sucesión de las noches
en la sucesión de mis párpados.

Pienso en el destino de mujeres
Que lentas avanzan en mi sueño.
Por playas lujosamente empedradas
Y en dirección a rompeolas.

Pienso en esas mujeres
Y ya ni les recuerdo el tono de sus iris,
Pero nadan en mis sueños,
Se adelantan desnudas
En las frías y verdosas aguas de mi memoria.

Desde la vieja caseta de los vigías,
Borrada por las nieblas y mareas,
Juran haberlas visto.
El faro escudriñaría inútilmente el oleaje.

Pienso en sus vínculos salinos
En sus crecientes poblaciones en el sueño y en el agua.
Bajo la marea del sueño
Sus bocas están colmadas de arena,
Sus yemas florecen violáceas,
Sus cabellos perdidos enredan a las embarcaciones.


Sueño con ellas, y al despertarme
Siento un ardor de agua salada en los ojos.
Me olvido de ellas,
Y el tono de sus iris,
Que confunden los inexpertos con las neblinas,
Gobiernan las playas, los rompeolas, mis ojos.




IMANES

Por las noches,
Cuando los ritos de los jóvenes
Son más puros.
Recuerdo nuestros días
Cuando creíamos celosamente
En los poderes de la palabra y los imanes
Y sabíamos por los sonámbulos que densos y azules vapores
Nos investían.

En aquellos días teníamos trabajos sencillos,
Mujeres bellas y supersticiosas,
Vivíamos del deslumbramiento.
La ausencia nos aferraba a la palabra
Y sabía cuando congregarnos.

Fueron los astros quienes nos supieron nutrir de sabiduría
Mientras la música himplaba los sentidos
Y desataba en las hembras naturales sacerdocios.

En aquellos días aprendíamos de los poetas,
De esos lujosos magnetizadores,
Diestros pases de palabra.
Y medíamos nuestras fuerzas
En la hierba fresca y húmeda de la noche
Cuando se sabía apoderar de nosotros
Una lejana y augusta tristeza,
Similar al gimoteo de las hembras y las bestias
En la sucesión de los eclipses,
Y que nos lanzaría por la noche enfebrecida
Y en contra nuestra.

Ahora que hemos descreído del poder de la palabra
Habrán perdido sus poderes los imanes,
Los elixires tornados agua.
Sufriremos la persecución del mar en sueños.

Ahora que la memoria nos persigue
Y en la molienda nos trae relámpagos de miedo
Y los inconfundibles sabores de la muerte,
No hay nadie que nos despoje del silencio,
De sus amargas penitencias.
Me sé desterrado por el amor
y sus ritos.
Ahora que ha caído el poder de la palabra
Sólo los sonámbulos darán voces para nuestro encuentro.

lunes, 19 de abril de 2010

Mario Pera y sus preparaciones anatómicas

El crítico Ricardo González Vigil lo nombró, en el último recuento anual de literatura en el diario El Comercio, como el “Poeta revelación”, por su libro Preparaciones anatómicas (Lustra, 2009), y en una nota acerca del mismo libro el poeta Renato Sandoval ha catalogado su poesía como “la voz reivindicadora” de esta década recién terminada.
A través de este blog me he comunicado con Mario Pera quien amablemente nos ha enviado algunos poemas del mencionado libro, así como una interesante entrevista que estaré colgando en los siguientes días.






Teosofía

A Dios
he de observarlo escrito,
pues erguido como está mi cuello,
aún soy diminuto.


(Praga)




Mujeres y animales se observan

I
Pietka, la madre, ingresa al dormitorio.
Su hija lleva días observando,
a través de la ventana,
al viejo gallinazo.
De los brazos de la niña se escurre
una desgastada materia, y se forma
un río ahogado en una entrecortada respiración.
La hija se desvanece,
y flotando lentamente, sin obstáculo,
aterriza envuelta en su último aliento.


II
Pietka rompe en gritos,
sus anillos caen y crepitan
y el viejo gallinazo huye espantado.

El animal incólume, vuelve a posarse frente
a la ventana.
La madre, con la lengua hecha flamas,
acude dubitativa a ver al ave.
Dos plumas rojas
son el centro de su pecho.


III
La hija despierta agobiada por una llovizna
que incesante ingresa a la estancia por la ventana;
muy tarde,
aprecian que el nuevo día no trae sol;
el dormitorio, a los ojos del animal,
se presenta como una inmensa jaula de fuego.


IV
Madre e hija llevan días observando,
a través de la ventana,
al viejo gallinazo.






Haritsuke

Aun aquel
que sólo finge morir
palpa la muerte.
Gösta Ågren


Aquella corona hirsuta
muerde mi cabeza
hace dos mil años,
incitando al suicidio
a mis ideas.

He buscado,
entre los azotes romanos y
las espinas de mi corona
y no hallo,
en dos mil años,
madero o siquiera astilla
que no se sienta culpable
por
mi crucifixión.






Roma (S·P·Q·R·)

Camille,
¿estás segura que tras deshojar cinco tréboles,
il Colosseo revivirá su antigua esencia letal?
He advertido,
que soñaremos con extender nuestros brazos
entre la inmensa multitud que exige:
¡panem et circenses!,
y que luego rozaremos
las copas de los árboles cercanos
hasta rasgar nuestras manos asidas
por todas las almas que en la arena perecieron.
Considero,
aunque quizás resulte que únicamente te expongo aquí
un cruel anhelo mío,
que los antiguos arcos del Ponte Sant’Angelo conservan
la forma perfecta de las caderas de una mujer.
Hace dos noches
mientras tus parpados se cerraban
y ponían fin a tu existencia diaria,
escuché el quejido tosco de los cascos de un caballo,
no era un equino cualquiera observé era
misteriosamente
la encarnación y mejor gloria de la cuadriga,
un habitante desconsolado del vecchio Palatino
que ante mí acudió
a suplicar borrase de sus herraduras
cualquier rastro de sangre de antiguas batallas.
J’adore ma belle Camille,
despertar besado por el pico de una paloma hambrienta,
transitar por la Piazza del Popolo
con ambos brazos liados y
los dientes contritos
rezando:
¡sacro popolo romano!,
¡voglio esser il tuo piú caro figlio!;

pues ésta es,
la ciudad parida de la traición de Amulio;
la ciudad que vive de lamer
la sangre envenenada del gran Eneas.
Henos aquí entonces mon adorée,
sin un cuarto de denario en el bolsillo
sin historia, norte, cultura o nación
que nos reclame hijos suyos,
no siendo sino bastardos en desamparo
que exigen –o imploran–
ser reconocidos como miembros de la romana estirpe.
A capite ad calcem
alios ego vidi ventos; alias prospexi animo procellas
beatus ille quem vivere in locus amoenus et carpe diem.
Docta ignorantia
reductio ad absurdum
maior sum quam qui mancipium sim corporis mei.
¡Romanus!,
Deus vult
alea iacta est…
morituri te salutant.
Gigni de nihilo nihil
in nihilum nil posse reverti
.
He podido observar,
que de cada ciento cuarenta y dos visitantes,
uno mordisquea levemente el Obelisco Flamineo.
He ahí pues,
el génesis de su inexorable destrucción.
Caminamos ma belle Camille, caminamos
mientras vemos pasar el invierno
entre las grietas de nuestros pechos
con un poco de pasto seco, vino y fango en las botas,
convalecientes de una extraña enfermedad
que ataca únicamente
a los peregrinos romanofílicos como nosotros.
¿Recuerdas que días atrás viajábamos hacia esta ciudad
enredados entre los bosques y la luna?
Mis manos eran plumas que escribían el otoño de tu
cuerpo,
y tus labios
dos preciosas rayas de cebra pintadas en tu rostro.
Y fue aquel pordiosero tuerto
quien labró muy quieto,
en el lodazal de nuestra mente,
una frase abandonada al simbolismo:
tutti siamo morti,
pronti per cambiare il corpo
ed esser battezati dal fuoco.
L’ientrata all’inferno non è nella porta seguente,
ma è scolpito negli occhi del gufo
.
La nuestra, Camille,
es una historia tempestuosa de amistades predilectas;
de un amor no consumado y mantenido
como una conserva
en una lata de atún podrido.
Pese a todo,
nuestras suelas han devorado juntas, muy unidas,
cada pedazo de la Via del Babuino
y llegaremos,
solo hasta donde tú lances los dados.
Pero no me mientas Camille,
fuiste tú quien dejó de vigilar la Kerkoporta
allá en Constantinopoli,
¿y así planeas ser la guardiana de los sueños de la
cristiandad?,
¿la dueña perpetua de las llaves de la
Basilica di San
Pietro
?
Cuán lejano se vislumbra tu deseo si es así,
pues aunque tu sollozo ablande nuestra sentencia
tus lágrimas no hacen sino
ensanchar el cauce ya casi marchito del Tíber;
entonces,
déjalas huir por la ventana
ya que son lluvia que riega un terreno estéril.
Mas tampoco rías con menos esperanza,
ya que tarde
mas allá del minuto sesenta,
recogeremos las cruces en las que has sido clavada
y las rocas con las que comenzaron a lapidarte
y las convertiremos todas
en muebles de cocina.
El Viejo Mundo no te condena,
es solo que cada tanto
tu nombre confunde la confianza
con la que los nuevos etruscos te admiran
y pierdes los papeles,
tornándote en una niña que gruñe amargamente
cuando no tiene entre sus manos
su preciado juguete.
No temas, mon amour,
que esto discurrirá lento
como aprender a declamar el mejor poema,
y es que en el fondo lo sabemos bien,
todos quieren ser como tú o como yo
brioso Carro de Helios
que se lleva consigo la claridad,
y devuelve el ocaso al horizonte.
¿Dejaremos entonces que Roma viva siquiera un segundo
sin nosotros?
Belle Camille,
¿permitiremos que la historia nos juzgue como unos
malos hijos,
fracaso de una educación inapropiada de estilo
luxemburgués?
Lo sabemos bien
puesto que es lección ya aprendida:
ambos somos el cometa que arremete contra la galaxia
y causa el pánico silente en los humanos.
Escucha, mon aimée,
llegan a nosotros aires de antaño,
es el murmullo de los magnos gladiadores
que rezan al filo de sus espadas
mientras sus escudos palpitan,
señal clara de que nos esperan
para iniciar la eterna Munera.
En el Coliseo,
aún se vislumbra como las galeras ondulan sus maderos;
renace así la naumaquia,
se desatan los nudos del infierno y
despiertan finalmente,
los demonios de Nerón.
Camille, ¿mi corazón bastará para ser templo de tu
amor?
Ne me mentez pas, s'il te plaît.
¿Roma y los romanos serán los inequívocos elementos
cuya grácil conjugación
traerá como resultado
que el territorio baldío que es tu pecho
se deje irrigar copiosamente por la lluvia que,
en acompasado desfile,
resbala de mis angustiados iris?
Estoy seguro,
Roma hallará en sí la fortaleza
para ser la manzana que me traigas a morder
y consolidar, así,
la máxima traición.
El triunfo de la mala vida
ha dado como divino corolario,
que todos los caminos
conduzcan a Roma.
Roma quadrata
ma péniblement belle Camille,
nostra Cittá Eterna.


(Roma
)

miércoles, 7 de abril de 2010

Víctor Ruiz Velazco, enemigo del viento


Hemos querido iniciar nuestras labores con unos de los poetas jóvenes (de la llamada generación del 2000) más laboriosos, tanto en creación como en edición. Para nadie relacionado con el mundo de la literatura en el Perú -y creciendo- es un secreto el excelente trabajo que ha desempeñado la editorial Lustra a favor de la poesía peruana en la última década (con cargo a investigar más, creo que todos los jóvenes, alta y medianamente prometedores de la poesía peruana, y en algunos casos sudamericana, han publicado en esta editorial). Pues esta es conducida por Victor Ruiz. Por lo que les debemos a nuestros novísimos lectores una entrevista sobre este y otros temas con el poeta y editor.
De momento nos quedamos con algunos textos suyos que nos han llamado la atención de su libro "Delibab, enemigo del viento" publicado por la editorial Lustra a fines del 2007.

Víctor Ruiz Velazco ( Lima, 1982) - ha estudiado el pre grado de literatura en la Universidad Federico Villareal así como una maestría en Estudios Culturales en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Ha publicado en el 2005 los libros "Idus de Marzo" y "Aprendiendo a hablar con las sombras". En el 2007 el libro del cual compartimos estos poemas, "Delibab, enemigo del viento". y en el 2009 el libro "Liebe, la muerte en el otro" incluido en una colección de poesía joven llamada "Piedra Sangre".

Ozymandias

Ozymandias era pobre y malicioso. Nadie lo detuvo
y construyó un reino de la nada. Sobre el viento.
(A orillas del Nilo, al sur de Asuán, en el alto Egipto)

Shelley era joven y arrogante. Buscaba la verdad
de las cosas. Amó profundamente el mar;
y sabía poco de Historia.

Ozymandias entregó su vida al desierto.
Creó una ciudad imponente y divisó las ruinas
de su gloria, desde una leyenda tatuada en mármol.

Si Shelley hubiera conocido a Ozymandias,
no habría perdido la vida en el mar.
La habría perdido en medio de un sueño
-entre espejismos- abrazado por el Sol
y las visiones de su futuro al lado de Byron.
O tal vez, peleando con los hititas.
Esperando que su cuerpo fuera encontrado
por Johann Ludwig Burckhardt, en 1912.
Treinta metros bajo el Nilo. Cerca, muy cerca
de la muerte.
Es verdad, Ozymandias supo de Shelley,
antes que Mary descubriera su gran bestia interna.

Vio su cuerpo flotando sobre el lago Nasser,
como una pregunta de la que no pudo escapar
hasta el final de sus días.

Ozymandyas era pobre y malicioso, ya lo dije.
Pero justo con la vida, la muerte
y las grandes pasiones

que hacen libres a los hombres.




LLegando a Lausanne
He do the Police in Many Voices
Charles Dickens

-Possum:

Fue en el verano del 21 que conocí Laussane
por vez primera. Allí encontré refugio de mi Señor,
quien por las noches desgarraba mis manos
con una estaca. Los gritos y el cortejo fúnebre,
empezaban cada tarde rondando el comedor
como perros de presa,
y otros marchitos muñones de tiempo
se contaban en las paredes: formas,
mirando fijamente, se asomaban,
inclinándose, acallando el cuarto encerrado.

Un halo de Luz, y las cabezas rodaban
como grandes preguntas que nunca
hallaron respuesta en manos de ujieres que,
como yo,
no las habían esperado jamás,
en apollas de marfil y cristal de color sin tapar,
asechaban sus extraños perfumes sintéticos, en ungüento,
en polvo, o líquidos; turbaban, confundían y ahogaban
los sentidos en aromas.

Las lanzas sangrantes
tenían un lugar específico en medio de cada corte, también.
Y no se dejaban espacios entre susurro y murmuro:
(Por el camino de Emaús
llegó un extranjero a morir
a estas tierra,
mas cuando regresó de la muere
elevado por jacintos que dejaban la tierra
en busca del sol,
al ser requerido su nombre
por una bella doncella,
supo que era Perche Val,
el duque primo de Alfonso)

Por las mañanas mi Señor era un hombre divino
que encontraba refugio y caro consuelo
sentado en una barca en medio del río.
Intentando pescar aquel pez milenario
que aliviara el dolor que padecía
y encorvaba su cuerpo
hasta hacerlo bajar la cabeza frente al más vil
de los hombres, el soberano encontraba
un poco de paz.

No sabía que su afán era el afán
de quien todo lo quiere y está dispuesto
a perder incluso los sueños por ello.

Pero su ruego era por la tierra y sus hombres.
Por esta razón nunca le confesamos que su llanto
secaba los ríos y lagos cercanos, matando
toda la foma de vida y consigo
toda esperanza.

Y resistimos sumisos la llegada de nuestro Señor,
cada tarde a palacio, siempre la misma tarde
sin respuestas que aliviaran su culpa y dolor.

El que purifica manchándose con sangre
el que se limpia el barro con barro
en este punto trata de retornar contradiciéndose...

Sin embargo, huí de mi Señor y busqué refugio
en Laussane, en el verano del 21.
Cuando escribí una historia que, a mi pesar,
hablaba de la esperanza

y las manos unidas al final de cada batalla.




Jonás

Si Jonás hubier nacido en la Isla de Pascua
en el tiempo de las grandes guerras,
habría sido el único en poder escapar
montado en las alas de un ave
o como carnada de tiburones
(debido a sus antecedentes,
nos inclinamos por la segunda teoría)
y habría llegado a otros mares
a otras caletas solo
para contar su historia
como si la historia de un hombre
que escapa del paraíso
que construyeron sus padres,
dentro de un pez o montado en las alas
de un ave, fuera algo importante
o novedoso.

En sus historias, seguramente Jonás
habría omitido detalles tan importantes
como el tono adecuado de azul
-violeta de mar-
que rodeaba la isla;
o la fuerza y la transparencia del viento

que nos elevó.


Mito de Psiquis

Muy pronto tendría el lugar
del fulgurante esposo,
el crédulo, el confiado...
y llegaría noche a noche hasta tu cama
para poseerte.
Hacerte La Esposa, La Mujer...

O tal vez la imagen de la fotografía
que se reserva su historia para sí:
la noble abuela madre y también
padre, por qué no decirlo,
con una vida en blanco y negro
y un ojo de vidrio para asucultar el mar.

La que, finalmente,
llenó todas mis noches

y nunca preguntó mi nombre.




Poemas tomados de Délibáb, enemigo del viento (Lustra-2007).