miércoles, 1 de diciembre de 2010

Entrevista a Enrique Verástegui: "Tuve una visión mística en la pubertad"



Enriqe Verástegui (Lima, 1950) extraordinario poeta peruano perteneciente al movimiento Hora Zero ha tenido la gentileza de concedernos una corta pero lúcida entrevista.
Autor de libros fundamentales para la poesía peruana como En los extramuros del mundo, Monte de goce y Angelus Novus (2 tomos).
Sus aportes también han sido fundamentales en el mundo de las matemáticas.

(Nota: no hemos editado las respuestas)

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1.-¿Qué es lo más hermoso y lo más terrible que has conseguido por la poesía?
son tanta las cosas hermosas que echo, en nombre de Cristo siempre que lo mas terrible es mandar al infierno al demonio.

2.-¿Cuáles son tus lecturas recurrentes?
casi nada de poesia, una hada que fue tan gentil conmigo, a la que siempre invoco, fritjof capra que me parece un genio de la ciencia por haber, alrevez de lo que hizo Lucrecio, que era ateo, divinizado el atomo.

3.-¿Cómo fue tu acercamiento a la poesía de joven? ¿tú familia auspiciaba este arte?
mi familia queria que fueramos matematicos, dado que estaba la empresa de mi padre y mi abuelo. Tuve una vision mistisca en la pubertad, algo asi como una intensa felicidad, lo que me llevo a preguntarme si expresaba la expericencia en prosa y verso y entonces pence que deberia acerlo en poesia.

4.-¿Cuáes son tus poetas peruanos favoritos?
todos.

5.-¿Qué significa Hora Zero para ti?
hora cero es un grupo de elite surgido en las entrañas mismas del pueblo peruano y que se expandio por todo el mundo.

6.-¿Qué es más exacto, la poesía o las matemáticas?
ambos son exactos.

7.- ¿Cuáles son tus descubrimientos en el campo de las matemáticas?
que bella pregunta: he descubierto el Algebra Simbolica, he descubieto el metodo de la preduccion, que enriquece tanto la induccion como la deduccion amende los 18 teoremas que figuran en mis libros " El modelo de Teoremas". Tambien he rebolucionado 2000 años de Logica Aristotetica. He inventado una maquina belica, que qiero patentar.

8.-¿Dónde ubicarías En los extramuros del mundo, dentro de la tradición poética peruana?
Extramuro del mundo es el libro de un joven, y la tetraxis titulada Etica forma parte de un proyecto al que, no he renunciando por ser la epistemia misma de 2 milenios y los 2 siglos.

martes, 23 de noviembre de 2010

Entrevista a Jerónimo Pimentel: "Creo que tengo una obsesión con el movimiento, con el cambio, frente a la estabilidad, la fijación"


Jerónimo Pimentel (Lima, 1978) estudió periodismo en la Universidad Católica. Con la aparición reciente de La muerte de un burgués (Álbum del Universo Bakterial, 2010) nos hace entrega de su tercer libro, consolidando así una interesante obra entre los poetas peruanos recientes.
Sus dos poemarios anteriores Marineros y boxeadores (El Santo Oficio, 2003) y Frágiles Trofeos (Álbum del Universo Bakterial, 2007) también recibieron un cálido recibimiento entre la crítica peruana.
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1.-En una familia donde hay un padre poeta ¿Cómo fue tu acercamiento a la poesía desde niño?
Fue natural y espontáneo, pues era un arte que atravesaba todas las conversaciones; repentino y a la vez constante. Crecí leyendo ‘Noé delirante’ de Arturo Corcuera, cuya maravillosa imaginación hizo para mí las veces de lo que hoy se conoce como “estimulación temprana”, y viendo los dibujos que Ostolaza pintaba en cualquier superficie posible. Eso me permitió superar la barrera que puede suponer el lenguaje poético para los no iniciados, lo que es algo que agradezco, pues a partir de ello he podido nutrirme de un género que, lamentablemente, no posee los lectores que debería.

2.-¿Cuáles son tus recuerdos de poetas o intelectuales visitando tu casa?
A todo Hora Zero dentro, para empezar. Grandes conversaciones de noche iluminadas por cigarros y botellas de ron y cerveza; polémicas a viva voz en almuerzos que recuerdo interminables; recitales espontáneos, pintores que nos invitaban a expresarnos con sus óleos en los muebles de la casa; mucho amor. Tulio Mora, Eloy Jáuregui, Miguel Burga, Carlos Alberto Ostolaza, Pablo Guevara, Walter Curonisy, etc.


3.-En la época universitaria ¿Cuáles fueron tus lecturas recurrentes? ¿Cómo viviste esa época?
La universidad te permite coincidir con gente afín, para eso es muy útil. Viví esa época como se debía, la mitad del tiempo en Saturno y la otra escogiendo los cursos que realmente importan para tu formación. No tenía lecturas recurrentes, siempre he tenido cierta aversión hacia los programas, pero sí amplié mi espectro de interés hacia las vanguardias, la literatura de género (sobre todo el policial y la ciencia ficción) y completé varios vacíos que tenía con los clásicos, signifique eso lo que signifique. También me enamoré y eso fue más importante que todo lo demás.



4.-Con La muerte de un burgués publicas tu tercer poemario, ¿Cuáles crees que serían los temas destacables de tu obra?
Creo que tengo una obsesión con el movimiento, con el cambio, frente a la estabilidad, la fijación. Cierta atracción y a la vez desconfianza respecto a los grandes discursos: amor, religión, política, etc. Cierta propensión al combate o al recorrido atenuado por el pasmo, el asombro, cierta tendencia contemplativa. Es decir, no tengo la menor idea.


5.-Es un título muy sugerente ¿Es una crítica a la sociedad burguesa? o en todo caso, ¿Cómo se desarrolla el título en los poemas del libro?
Para mí la muerte de un burgués es una defunción espiritual. Ante el descrédito de las religiones, el nulo cuestionamiento al sistema político-económico, la obsolescencia de las luchas generacionales, me propongo retratar la vida del tipo medio: mecanizado, anómico y material, y lo contrapongo a mi propio ejercicio espiritual, que es la poesía. En el fondo, de eso trata este poemario. Y por supuesto, es una visión crítica. Cualquier cosa vista durante mucho tiempo está mal.

6.-¿Crees que la figura o la labor del poeta en una sociedad donde casi no se lee ha variado sustancialmente? ¿Cuál debería ser el espacio de un poeta en la sociedad?
Creo que el poeta hoy no tiene rol social. Lo tuvo hasta hace una décadas, en los 70 y quizá comienzos de los 80, cuando las batallas formales y estéticas encubrían una lucha por cómo se reflejaba lo nacional en lo literario. Ahí finaliza todo. El poeta ahora puede ser un divulgador de la lectura, y está bien, pero no está obligado a serlo. El poeta puede incursionar en la esfera pública, sentir que está llamado a ello incluso, pero coincidirás en que no es una exigencia que se pueda hacer extensiva a todos (felizmente). Ya no hay una sola disputa poética que afecte al Perú. En narrativa, lo último fue un aborto: la así llamada polémica entre andinos y criollos. Pero en poesía no hay nada hace mucho tiempo.
Ahora, la otra pregunta es qué hace el Estado para poner en valor la tradición poética peruana, cómo la usa para educar, qué acciones toma para que sus autores se difundan. En ese sentido la situación es desoladora: no solo no existe un Premio Nacional de Literatura, que no sé si debiera existir, pero tampoco hay una ley de mecenazgo, una sistema de becas, concursos municipales, subvenciones a escritores fundamentales pero paupérrimos, iniciativas para fomentar la edición editorial independiente, o cualquier otra forma de acción que implique una política de Estado. No hay nada, solo una Ley de Libro fraguada bajo un lobby trasnacional que en nada ha servido para abaratar el costo final del libro ni permitir que gentes económicamente deprimidas accedan a estos bienes culturales.

7.-¿Cuáles consideras que son los poetas peruanos más importantes en nuestra tradición?
No se puede responder esta pregunta, pero todos los caminos llevan a Vallejo.

8.-¿Cómo ves el desarrollo de los jóvenes poetas en el Perú?
¿Hasta qué edad se es joven en poesía? Sigo con interés la obra de Manuel Fernández, Romy Sordómez, Miguel Ángel Sanz Chung, Paul Guillén, Julio Llerena y Bruno Pollack, por ejemplo. Son caminos individuales, varios de ellos con obras importantes (Octubre, Présago, etc.) que escapan al juvenilismo, pues no hay poesía que no sea, si lo es, mayor.



miércoles, 17 de noviembre de 2010

Renato Sandoval: "Ahora, estoy por relanzar la Editorial Nido de Cuervos y empiezo a preparar el Primer Festival Internacional de Poesía de Lima"

RENATO SANDOVAL (Lima, 1957) poeta y traductor. Ha publicado, entre otros, los notables libros Nostos, El reves y la fuga y Suzuki blues, los cuales han sido incluidos este año en una compilación llamada Trípode.
Ha traducido a Pavese, Rilke, Roberto Paoli, Osamu Dazai, entre otros varios. La mayoría publicados luego en proyecto editorial Nido de cuervos, el que pronto, anuncia, será relanzado.






1) Estimado Renato, quisiera iniciar esta entrevista conversando acerca de tus años universitarios. ¿Con qué poetas o intelectuales compartías aulas? ¿Cómo eran los movimientos poéticos en esos años?

Luego de haber pasado por varias facultades (Derecho, Historia, Filosofía, Antropología en la PUC, y Geología en San Marcos, carreras que casi termino), entre 1979 y 1982 estuve en Literatura en la Católica. Eran tiempos en que aún se realizaban grandes recitales que colmaban las aulas de la Facultad y se editaba revistas que duraban más allá del primer número. Tal es el caso de, por ejemplo, “Calandria”, revista que formé con José Antonio Mazzotti, Milka Rabasa, José Alberto Bravo de Rueda, Eduardo Gargurevich y Fernando Hermoza, y que llegó al sexto número, aunque sin mucha recordación, a decir verdad. En la Facultad estaban, unos entrando, otros ya saliendo, Eduardo Chirinos, Raúl Mendizábal, Lucho Rebaza, Peter Elmore, Roberto Forns, Carlos Schwalb, entre tantos otros. Muchos de ellos se fueron a EEUU y ya no volvieron, cosa que sigue sucediendo hasta hoy día; los menos se quedaron en el Perú, y yo decidí hacer vida de la literatura y me fui a viajar por todo el mundo para tratar de hacer realidad, a como diera lugar, todo lo que había leído. Primero fui marinero en un barco sirio que solía circunnavegar las costas del Mediterráneo, de África Occidental y Oriental, hasta llegar a Goa en la India. Más tarde, recalé en Finlandia, donde, ya en tierra, hice estudios doctorales en Filología Románica y, aparte, algunas lenguas orientales. Luego viví un tiempo a caballo entre Lima y Alemania, Italia, Argentina, hasta que volví al Perú definitivamente (es un decir), donde he enseñado en la PUC y también en un colegio. Ahora, estoy por relanzar la Editorial Nido de Cuervos y la revista Fórnix, y empiezo a preparar el Primer Festival Internacional de Poesía de Lima, que está previsto para el próximo octubre y que en su primera edición (será anual) tendrá a más de veinte poetas de primera línea de América y Europa, además de poetas del Perú, incluidos de lenguas indígenas.

2) ¿Y cuáles eran tus lecturas recurrentes?
En esa época, como hasta el día de hoy, leía de todo; no solo literatura sino también filosofía, historia, política, si bien no tenía método alguno o, para decirlo más exactamente, mis lecturas eran variadas, inconexas y sin orientación. Como sea, creo que nunca he leído con tanta intensidad y durante tantas horas diarias como en mi época universitaria, hasta el punto de que, paradójicamente, casi no asistía a clases por quedarme en casa o en un café leyendo hasta ya no poder más. Recuerdo, incluso, para la incredulidad de no pocos, que por lo menos un par de veces salió sangre de mis ojos por el esfuerzo que hacía. Y es que novelas de cientos o miles de páginas como las de los rusos, alemanes, ingleses, italianos o franceses del siglo XIX solo podía leerlas de un tirón (o dos). Naturalmente, ese ritmo era imposible de mantener en el caso de la poesía, lo que sin embargo no me impedía quedarme hasta altas horas de la noche con poetas a los que hasta ahora vuelvo, y que son los que todos mencionan. Además, ya desde entonces me dio mucha curiosidad por los autores de otras tradiciones literarias que por entonces no se leían tanto, como la nórdica, la eslava, la medieval europea, la medieval y contemporánea japonesa y china, la africana contemporánea en lenguas europeas y, en la última década, la literatura oral, de diversos pueblos aborígenes de América.

3) Cuéntanos un poco de tu recorrido por la poesía. ¿Cómo fue la aventura del primer libro?
Si bien empecé a escribir algo que pretendía ser poesía en mis dos últimos años escolares, no fue sino hasta la facultad en que empecé a sospechar por dónde se llegaba hasta ella. Mucho me ayudó estar siempre con gente de la PUC que tenía los mismos intereses (y pretensiones), como con los poetas de San Marcos (Patricia Alba, Mariella Dreyffus…) con los que solíamos encontrarnos y con los que establecimos una buena amistad y camaradería. Yo trataba de participar en la medida en que mis continuos viajes mochileros como mi proverbial timidez de aquella época me lo permitían. De cualquier modo, creo que recién sentí que “estaba en algo” en 1985, cuando publiqué mi primer libro (Singladuras), con poemas que había escrito una vez salido de la universidad. Hoy, a punto de publicar mi sétimo poemario, considero ese libro y los dos que lo siguieron parte de mi prehistoria poética, lo que no necesariamente significa que abjure de ellos.

4) Sin duda tu libro más celebrado, el cual recibió incluso comentarios elogiosos de J.E. Eielson,
Nostos, fue el que más satisfacciones te ha traído. ¿Cuál consideras que es el núcleo de este libro? No sé si “satisfacción” sea el término más apropiado, aunque en varios países latinoamericanos la crítica entendida lo haya saludado calurosamente, o que con su aparición en danés haya sido considerado como el mejor poemario del año publicado en Dinamarca, país que tiene una interesante tradición poética. Lo que sí creo es que para mí fue un punto de inflexión en mi forma de escribir, pues el paso del poema corto y de versos breves a un poema extenso, de largo aliento apoyado en el uso del versículo me permitió, entre otras cosas, liberarme del corsé que limitaba, cortésmente, mi expresión, para dejar correr a raudales no solo mi propia experiencia de la vida, sino también mi experiencia con la poesía, con la tradición occidental que, creo, rezuma entre sus líneas, como real retorno (“nostos”) tanto a lo vivido como a lo leído, procesado y vuelto a vivir. En otras palabras, me parece que en verdad llegué a mí mismo, tras un largo y penoso pero también excitante camino. Solo que, por cierto, llegar a uno mismo, por lo menos en mi caso, no ha sido ningún premio, pues su proceso de escritura me produjo mucho pesar al ir sumergiéndome en lo autobiográfico y, en consecuencia, al revivir, poéticamente, los muchos sucesos críticos y lacerantes que, como a todos, me ha tocado vivir. Por lo mismo, si me preguntas por el núcleo de este libro, yo diría que simplemente es el dolor, la vida como dolor, sin cortapisas ni mitificaciones, sin importar el tiempo ni el lugar.

5) A propósito, conociste a J. E. Eielson. ¿Supiste cuál fue la razón para no desear en sus últimos años de vida realizar el "Nostos" hacia su país?
De Eielson, con quien tuve una muy buena amistad y que es una de las personas a quien más admiro (uso el presente constante), de las muchas cosas que te puedo decir en ese sentido, sé que siempre tuvo deseos de volver al Perú, pero sus múltiples ocupaciones y compromisos hicieron que postergara repetidas veces viajes ya comprometidos a Lima. Por cierto, como muchos, él tenía una relación de amor-odio con nuestro país, lo que no significa que prácticamente toda su obra, escrita o no escrita, esté impregnada de su presencia y que lo siga estando indefinidamente.

6) Siguiendo con poetas cumbres en la poesía peruana, sabemos que tienes un ensayo sobre J. M. Eguren. ¿Qué sitio ocupa, crees tú, en la tradición poética peruana?
No se entendería gran parte de la poesía actual sin Eguren, quien recuperó el misterio, el poder sugestivo, el claroscuro, el temblor que la buena poesía debe tener. En mi libro sobre Eguren (El centinela de fuego) abordo su quehacer desde la perspectiva de Heidegger, en parte como una manera de demostrar que no era ni banal ni inocuo como entonces, y aun ahora, lo creían. A nivel vital, Eguren es de una consecuencia absoluta con su visión purista de la poesía y el arte en general. Yo he hecho mi lema lo que él respondió cuando una vez le preguntaron en qué consistía para él la felicidad: “En vivir un ideal y en morir joven”. En verdad, yo desearía eso para mí.

7) ¿Cuáles crees que son los grandes temas de la poesía peruana? ¿Existirá algún hilo conductor, o quizá varios, entre las diversas generaciones de poetas peruanos?
Se sabe que tanto aquí como en cualquier otro lado, hay corrientes y tendencias, lo mismo que modas o programas, sobre lo cual se ha hablado y discutido hasta el exceso. Independientemente de los estilos particulares que, de hecho, se debe desarrollar, lo que me interesa y aprecio especialmente es la envergadura del proyecto de cada poeta así como la consecuencia que este tenga con su propia propuesta. Solo en el tiempo se apreciará las incongruencias y, de paso, las imposturas. Todo lo demás no tiene la menor importancia.

8) ¿A cuáles poetas peruanos te sientes más cercano?
Eguren, Vallejo y Martín Adán. Además, cierta poesía oral de los pueblos andinos y amazónicos del Perú.

9) Y para finalizar, ¿cuál crees que sea el rumbo de la poesía en un mundo cada vez más tecnológico, más rápido y menos lector?
No creo que la tecnología se oponga necesariamente a la Poesía, que por suerte siempre correrá libre e independiente, ya sea por los cauces habituales de la voz y del papel, o de los infinitos senderos y encrucijadas de bytes y software de esta era digital. En realidad, la tecnología puede potenciar el espíritu de búsqueda innato que tiene la Poesía y que, como sabemos, apunta “siempre a lo Desconocido”.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Entrevista con Paul Guillen: "un autor al que siempre he vuelto es a Juan Ojeda y actualmente tengo un renovado interés por John Keats"


Paul Guillén (Ica, 1976) es, sin duda, uno de los poetas jóvenes más importantes y más reconocibles de los últimos años en las letras de hablahispana. Con dos libros, La transformación de los metales (TRpode, 2005) e Historia secreta (AECID - Lustra editores, 2008), ha sido antologado en diversas muestras de poesía peruana en México, Argentina, Brasil, Estados Unidos.
Actualmente es miembro del comité editorial de El Billar de Lucrecia (México), del consejo consultivo de la revista Metrópolis (México). Es el miembro más joven del mítico movimiento poético "Hora Zero" y dirige con mucho éxito el blog y la editorial, Sol negro (sol-negro.blogspot.com).

1) Estimado Paul, me gustaría preguntarte primero como fueron tus años universitarios, como se vivió el nuevo siglo entre los jóvenes poetas peruanos...
Creo que hubo una efervescencia de agrupaciones poéticas, sobre algunos de estos temas he escrito un libro titulado Elogio de la infancia. Poesía peruana post-2000 (Lustra editores, 2010), yo no participé activamente de esa efervescencia, mi camino más bien fue personal, preferí leer a los poetas, hasta ese momento no conocía a ningún escritor mayor, así que mi labor se circunscribió a la investigación y a la escritura.

2) ¿Cuáles eran tus lecturas universitarias? es sabido que estas lecturas marcan la vida del poeta ¿crees que esto es cierto?
Yo leía mucho en las bibliotecas de la Universidad de San Marcos y en la Nacional, creo que pasaba más tiempo en las bibliotecas que en las aulas universitarias. Puedo mencionar autores que son cortapisas, son autores que hay un antes y un después de leerlos, por ejemplo César Moro, Juan Ojeda, Rodolfo Hinostroza, Saint John-Perse, Ezra Pound, Charles Olson, Francis Ponge, Leopoldo María Panero, Juan Luis Martínez, los poetas griegos y latinos, eso a nivel de poesía; a nivel de concepción poética El arco y la lira de Octavio Paz y El ABC de la lectura de Pound, eso es lo que podría decir a un nivel inmediato, lo que recuerdo es siempre tratar de leer distintos tipos de poéticas, recuerdo por ejemplo un libro de poesía rumana traducido por Neruda, una increíble traducción de E. E. Cummings realizada por Paz, un libro con poesía primitiva compilada por Cardenal, el OULIPO Compendium, muchos libros sobre surrealismo y Concretismo y muchas otras cosas que caían a mis manos de poesía china, japonesa, nórdica, alemana, inglesa, francesa y latinoamericana. Recientemente, poetas que han sido cortapisas son sin duda John Ashbery y Charles Wright. Yo creo que uno puede tener cierta empatía con diferentes poetas, en general, no soy sectario, me puede gustar el neobarroco de Perlongher, Kozer o Echavarren tanto como la poesía más coloquial de Hora zero o el Infrarrealismo, pero creo que un autor al que siempre he vuelto es a Juan Ojeda y actualmente tengo un renovado interés por John Keats. Aunque también ando cautivado con los relatos de Felisberto Hernández y Raymond Roussel.

3) La transformación de los metales es un excelente libro, como lo recibió la crítica en el Perú,
En el Perú existe poco espacio para la crítica literaria en los medios de comunicación, ahí puedo rescatar la labor que realiza Abelardo Oquendo, Ricardo González Vigil, José Güich, Francisco Melgar, José Donayre Hoefken y Javier Ágreda. En cuanto a revistas especializadas están Hueso Húmero y La Revista de Crítica Literaria Latinoamericana. La recepción de mi libro fue modesta, y no esperaba más, algunas personas escribieron reseñas, puedo mencionar a Luis Aguirre, Javier Morales y Miguel Ángel Malpartida, y en especial a dos poetas que admiro como son Enrique Verástegui y Carlos López Degregori. En realidad, mi libro ha circulado en una edición de alrededor de 150 ejemplares.

4) Tu segundo libro, Historia secreta, si bien guarda un lenguaje mitológico semejante, una vena que se unifica con tu primer libro, el tema es absolutamente distinto, cuéntanos un poco...
En efecto Historia secreta es otro proyecto, La transformación de los metales reúne 4 series de poemas: El Prado, Vestales, La muerte del hombre amarillo y Salmos de Marco Valerio; la crítica más bien ha visto una continuidad en el lenguaje y en los temas. Historia secreta también la podría considerar como una serie de poemas que se sumará a 3 más para formar mi segundo libro, en cuanto a lenguaje y temas creo que no hay variaciones, sino prolongaciones, creo que el discurso “político” que se presenta en Historia secreta se engarza bien con la voz del sujeto enfermo o moribundo que vengo desarrollando desde mis primeros poemas, las próximas series de poemas que estoy escribiendo van por el mismo camino y transitan el campo de la ironía, elemento que antes no había trabajado, pero a los críticos les corresponde evaluar mi trabajo, sobre Historia secreta han escrito Luis Fernando Chueca, Camilo Fernández, José Carlos Yrigoyen, Miguel Ildefonso y Víctor Coral.



5) ¿Cómo ves la tradición poética peruana en el panorama internacional?
Algunos poetas han tenido la suerte de ser publicados en otros países, pero creo que en general el conocimiento es precario, aunque he conocido gente mexicana que tiene un gran conocimiento sobre poesía peruana. En varios países hay antologías sobre poesía peruana, pero siempre el conocimiento es fragmentario.

6) ¿Cuáles son para ti "los poetas insignia" del Perú de todos los tiempos?
Tenemos que partir con Eguren y Vallejo, luego están Churata, Hidalgo, Alejandro Peralta, César Moro, Martín Adán, José Alfredo Hernández, Westphalen, Luis Valle Goicochea, Arguedas, Moreno Jimeno, Vicente Azar, Sologuren, Eielson, Raúl Deustua, Rodolfo Milla, Augusto Lunel, Julia Ferrer, Blanca Varela, Fernando Quíspez Asín Roca, Luciano Herrera, Francisco Bendezú, Américo Ferrari, Edgar Guzmán, Raúl Brozovich, Hinostroza, César Calvo, Juan Ojeda, Guillermo Chirinos Cúneo, Benito Gutti y Catalán, Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruiz, Vladimir Herrera, Enrique Verástegui, José Morales Saravia, Reynaldo Jiménez, Magdalena Chocano, Róger Santiváñez, Mario Montalbetti, Carlos López Degregori, Iván Suárez Morales, José Pancorvo.

7) ¿Cómo ves a los poetas jóvenes en el Perú?
Entre los más jóvenes destaco el trabajo de Yrigoyen, Jerónimo Pimentel y Bruno Pólack, creo que han hecho una obra importante libros como El libro de las señales, Lesley Gore en el infierno, Marineros y boxeadores, Frágiles trofeos o El pequeño y mugroso polack están entre los mejores libros de mi generación.

jueves, 14 de octubre de 2010

La región poética: dos textos inéditos de Alberto Valdivia





Alberto Valdivia Baselli (Lima, 1977) es un, todavía joven, talentoso poeta peruano quien comparte con nosotros dos poemas inéditos.
Ha publicado los poemario La región humana (Fondo editorial del Banco Central de Reserva del Perú, 2000), Patología (Osis editores, 2000) y Entre líneas púdicas (antología de poemas no publicados en libr 2000-2008) (Lustra, 2008). Además ha sido antologado por el crítico González Vigil en Poesía peruana siglo XX, Copé 1999.








Ella asciende a las alturas

Love is not love
William Shakespeare




Te conozco y detrás
de esta ignorancia está la ruta / definida
la dirección de mi proyecto / y tu rúbrica
en el doblaje de tu cuerpo
cuando cae
y desde las alturas de mi casa produce otra morada.

Desconocida como la mujer / estás
siempre más alta / en el estiramiento de mis manos
mirándote hacia arriba
subir mis escaleras
disimular los tropiezos / evitar el paso en falso
que produzca perderte soberana de mi carne.

La mujer es el misterio de lo alto / y tú
caes a diario para mostrar el precipicio
empujar mi paso a la cornisa
dirigir el equilibrio / paladear entrambos la muerte
que nos sopla desde abajo en turbulencia.

La mujer es el misterio desde lo bajo
que asciende / a ejercer el coito sobre el sexo
a suspender las leyes eróticas en ingravidez
y con su cuerpo demoler las actas de mi testimonio.

No estás detrás de ese arriba / no estás oculta debajo
de mi delante /
dentro de mi cuerpo has dejado tu mapa y tu proceso
subida y bajada en ascenso en empuje en revés
descifra mi cuerpo lo que mi mente rehúsa
y un dios de entre las gotas de tu humedad resuelve tu ética.

¿Cuánto requiere amor para ser partícula de aire que duele y penetra /
Cómo es un cuerpo uno y un cuerpo de uno / el referente
No está el ejercicio de tu sexo en donde el sexo lubrica esta mano
No está la mano hecha para tu sexo diurno, horario y secreto
Quién es el que penetra en tu seno su dimensión de hombre / él
ella / yo / los tantos
o la línea humana que surge de un cuerpo no exclusivo?

La mujer es desde abajo el misterio de aquello arriba
y yo no puedo evitar mirar / levantar el rostro
enajenar el cuerpo y rendir culto / en ese subir y bajar
cultivar a dios en la espesura de mi tacto
que toca tu vientre extenso.
En mi mano se desliza con deseo tu rostro oculto
y de tu más obvia oquedad / gotea de ti la savia / no observo
la concentración de hombres en la mucosa supera las dimensiones de mi piel
(y liana) inútil en mi caída
No eres / pero aprendo / estás en tu cuerpo
alta / noche y luna
asciendes / terrestre / desde el tiempo de los hombres
desde el espacio diseñado
a tu cuerpo exacto
sin referencia ni contacto / mujer de cuerpos imposibles de poseer
estás dentro de ti
y nosotros conformamos el paisaje.







Educación sentimental en las calles de Lima

a la gaélica Sìle,
pues tu imagen instruye a los monstruos

Escrito está en mi alma vuestro gesto
Garcilaso de la Vega




Longa la noche y cuán frío el despertar.
Es julio y una carta llega desde el futuro a leer mis manos hoy.
En el fondo de ese pozo de cielo gris
están tus ojos. Su verdor es gris en la calle
y retrasa las horas
mis pies adelante van de mí mismo / mi espalda
los ojos míos fijos en mi nuca dolorosa / esas dos manos blancas
que rápidas cruzan el puente Tingo María.
“Sígueme”. Yo te sigo
y aprendo: tu mirada no desea el amor a pie
ni en el delgado roce de la garúa.
Bajo el puente sigo al río / ratas
y escarabajos / combis y una muchedumbre tácita
no se puede contar la corriente avanza
no hay burbujas en el flujo / tus labios
están delante
“Vamos”. No
es posible esperar / las piernas se adelantan y duelen
sobre tu repentina sombra.
En Lima no llueve aunque julio / pica la garganta
de gases imposibles y agua
destilada en el pecho
tu voz está encerrada en la dimensión didáctica
tus labios rojos y un lunar muriendo en una grieta
detrás de la sombra de esa voz está mi aprendizaje
avanzo / avanzo / “no te atrases”
y yo no puedo caminar.
Mi cuerpo va más allá de mis pasos / y queda
en la bruma matutina un rápido perfume
tus ojos ríen altos
yo me agacho con el cuerpo atado.
Las letras de tu carta me llegan de un julio no visto
no son posibles diez años para volver al amor
las luces se han cerrado en la puerta del edificio:
“¿subes?”
yo no asciendo con el alma tan debajo del polvo
las escaleras están de tu parte / van subiendo
con nuestros cuerpos a cuestas
nuestras carnes devotas al ámbito se percuden de óxido
y memoria
en tu cuerpo no es posible el amor, me digo
y mi respiración cesa antes que la mente.
Tus cabellos negros oscurecen el humo
y lejos del edificio enmohecido se aleja la luz
flujo de nuestros cuerpos desconocidos.
Allá, arriba / yo, acá abajo / no te he visto salir
el dormitorio es largo y estrecho / no hay nadie arriba más que tu voz
blanca y densa como tu color
al oído la sombra echa distintos tipos de argumentos
tú nunca respondes preguntas directas
al aire de plena estación.
Una carta no es excusa suficiente para el tiempo en un charco
de la Alfonso Ugarte ni / dos pueden recordar
lo que sonó en el oído y besó en dos palmas
los cabellos que susurraron en una frente.
Una carta longa / unas líneas, longa / desde el futuro avanza a mí
yo me detengo / tatuado de espacio /
inflado de Lima el pulmón duro
aprendí de tus ojos la mirada desnuda e imposible
de tus manos el tacto así de lejano / la boca envenenada de labios
sentimiento de espesa prolongación
avenidas y julio / una carta que nunca llega / voz de diez años
yo regreso reprobado
me enseñaste a equivocar en mi mapa el lugar de mi cuerpo
tras un papel que nos encripta
a la lectura de ningún dios.

jueves, 5 de agosto de 2010

Entrevista a Diego Lazarte: "La poesía peruana, se mantiene rica y caudalosa, al igual que el gran río Amazonas"

Diego lazarte (Lima, 1984) fue ganador de los Juegos Florales 2003 "Jorge Basadre Grohman" de la Universidad San Marcos con su poemario La clavícula de Salomón cuando solo contaba con 19 años; este mismo poemario quedó finalista en el concurso "José María Eguren" en la ciudad de New York, en el 2004.
En las aulas universitarias fue miembro importante de uno de los grupos que animaron los primeros años de la generación del 2000, El Club de la serpiente.
Ha publicado los libros Anticuario (con postales de los años 20`s), Manchas solares (Paracaidas editores, 2007) y Diario de navegación (Lustra, 2008).
Actualmente residen en México.


1) Estimado Diego ¿qué significó ganar los Juegos Florales de UNMSM tan joven, tan solo 19 años, con el buen libro La Clavícula de Salomón?
Fue un gran honor y un gran impulso para mi oficio de poeta obtener esta distinción. El mismo galardón lo recibieron maestros de la talla de Marco Martos y Washington Delgado. Sé que un premio no hace al poeta, ni que mientras más premios o libros puedas tener mejor poetas eres. Un poeta debe preocuparse más en forjar una obra poética sólida que en ser un cazador de premios. Aunque el dinero a uno nunca le viene mal. A veces hay que desconfiar de los que publican en exceso. Al igual que con la tierra, que se agota con las continuas cosechas, debemos saber cuando dejar reposar a la poesía y salir a caminar por el mundo hasta agotarnos y encontrar otra vez el camino.
A mis 19 años, era un chibolo desbocado y soberbio, quería comerme al mundo y como no pude, me volví modesto. Hablo desde la voz de la experiencia. Publiqué muy joven, y la verdad es que no había ningún apuro, pero la emoción y el contexto del premio me apresuraron. Digamos que me “la creí”, y me dejé ganar por elogios insulsos, felizmente me di cuenta a tiempo. Y felizmente me di cuenta, tal vez si hubiese tenido dinero habría publicado cualquier mamotreto al año siguiente. En estos tiempos de boom editorial, donde cualquiera puede publicar lo que sea, sólo hace falta algo de dinero y algún editor que nos engatuse un poco. Antes creo que era un poco más difícil publicar, al menos había que pensarlo bien pues el dinero saldría seguramente de nosotros, o de bolsillos de familiares. Siempre la calle ha estado dura para los poetas, tanto para los jóvenes como para los que ya han consolidado una obra.
Los cuatro años siguientes, fueron de silencio poético hasta Manchas Solares (Paracaídas Editores, 2007), esos años los invertí en leer y vivir, sobretodo en vivir, viajando por el interior del Perú.

2) ¿qué recuerdos tienes de los primeros recitales y reuniones de la generación del 2000? ¿Qué idea tienes de esta generación luego de terminada la década? ¿Participaste en algún grupo poético?
Rebobinemos como en las viejas cintas de vhs. Acababa de ingresar a universidad, ya tenía algunos poemas, que seguramente si volvieran a mis manos me provocarían una tierna vergüenza. Por esos tiempos asistía al taller de poesía de San Marcos, que codirigían admirablemente Marco Martos e Hildebrando Pérez. En uno de esos primeros paseos por el patio de letras leí un flyer que anunciaba un homenaje al poeta Cesar Moro y era firmado por El Club de la Serpiente. Demás sería decir que el nombre del grupo fue designado en homenaje de sus miembros al autor de Rayuela. Llegaba tarde al recital, eran días en los que aún asistía a clases de la facultad. Una figura efusiva y minúscula, me invitaba con sus manos a ingresar, no pude enterarme de momento si se trataba de un chico o una chica. Usaba pantalones jeans y el cabello muy corto. Tenía la cara muy lavada, parecía un colegial envejecido y renuente de ir al colegio. Creo que esa noche participó en la mesa de honor, André Coyné, amigo íntimo de Moro. Al finalizar el recital comenté mi interés de participar en alguna de las reuniones del club y de leer alguno de mis poemas. Poco a poco fui los conociendo. El colegial con tabas de cachaco se respondía al nombre de Charo Rivas y había sido hace mucho, cuando aún usaba vestidos, novia de uno de los fundadores del comité del club: de Raúl Solís. El club estaba conformado en su mayoría por bibliotecólogos. Raúl era un poeta gongorino, usaba unos lentes de alto calibre y un peinado raya al medio. Luego fue apodado amistosamente por alguien del club como la Rana Solís. La Rana Punk escuchaba a los sexs pistols y tenía un gran poema dedicado a seed vicius. No bebía licor, siempre hablaba de su pasado glam y de sus amoríos con una tal Celeste. Otro de los integrantes, Frank Turlis, era el budista y vegetariano de la mancha, no se molestaba con absolutamente nada, eso creíamos, andaba sonriente y con una barba de días. Manuel Vargas, quien acostumbraba vestir de camisa y corbata, escribía poemas homo-eróticos. Era la lengua viperina del club. Rubén Landeo, natural de Concepción, amigo cinéfilo y misógino, tenía una sonrisa de fauno y un gran aprecio por Heminway. Escribía relatos por ese entonces. David Jiménez, quien tenía un párpado medio caído y una risita malévola, estudiaba filosofía y escribía bellos poemas de amor. Ellos ya eran El Club de la Serpiente desde los inicios del 2000, hablo de la época que yo los conocí, cuando nos encontrábamos en el patio de letras y nos dirigíamos por un café y papas fritas a un restaurante llamado los de arriba, que curiosamente se encontraba en la planta baja de la facultad de Química. Allí nos quedábamos conversando hasta que nos cerraban el local, ingenuos y laboriosos, planeando recitales y homenajes, hablando de música, poesía y sobre todo de mujeres, armando la plaqueta del grupo llamada Vox Horrisona, que iba en el número cuarto cuando yo llegué (tenía ilustraciones de Patricia Colchado). Luego integrarían el Club Gino Roldán de Literatura y el ayacuchano Wilver Moreno de bibliotecología. Adicionalmente y en la comparsa teníamos la siempre peligrosa presencia de Truco y la voz excesiva y burlesca de Cachete.
Recuerdo que como grupo teníamos el proyecto de una revista. Fuimos en una ocasión a entrevistar a Enrique Verastegui, quien nos abrió las puertas de su casa en Mayorazgo, y nos quería colaborar con un artículo para ella. Puedo recordar esto con una sonrisa, pues hasta no hace mucho nos llamaba por teléfono, a altas horas de la madrugada, para cobrarnos por el dichoso artículo que nunca le publicamos.
Como Club de la Serpiente, recuerdo haber leído en el interminable recital de la Universidad de Lima, donde se congregó a casi todos sino a todos los grupos de la mancha del 2000. Sociedad Elefante (Grupo de Romy Sordómez), Coito Ergo Sum (grupo de Miguel Ángel Malpartida), Artesanos (Grupo de Percy Ramírez y Michael Reyes), y El Club de la Serpiente por San Marcos; Cieno (con un Florentino Díaz quien salía de una caja) por La Católica; Colmena (grupo Alessandra Tenorio y Víctor Ruiz) por la Villarreal y Tetramerón (grupo de Bruno Polack, que era un proyecto editorial) por la Universidad de Lima.
Lo que para los horazerianos significó El Palermo o el Negro-Negro en su momento, para nosotros significó la Noche de Lima, bar entrañable para la generación. Quedaba entre Camaná y Quilca, y nos congregaba en esas noches de invierno y garúa. Yo siempre recaía por ahí, pues por esos días disfrutaba del Borges de la Historia Universal de la Infamia en el sótano de la biblioteca nacional, allá Av. Abancay. En La noche, lugar frecuentado por poetas y narradores en un primer momento villarrealinos, empezaron a notarse las individualidades. Y así como la eclosión de los grupos empezó, se marchitó sin previo aviso, dejando sus mejores frutos. Fue en La Noche de Lima, donde se presentaron muchos primeros poemarios de la generación, incluido el mío. También ocurrieron allí los primeros diálogos intergeneracionales. Muchos poetas jóvenes tuvimos la dicha de conversar con poetas de la talla de Delgado, Romualdo, Martos, Hinostroza y Cisneros, por dar algunos nombres. Pero como todo tiene su final, La noche cerró inevitablemente un verano del 2004, una noche coincidía con mi cumpleaños, con un recital llamado La última noche, Noche, donde leímos varios compañeros que transitamos todos esos años por el centro de Lima. Y sin más ni más nos quedamos sin espacio para la poesía. Pero como siempre el centro, ha sido y será un imán para los poetas y artistas limeños, el 2005 nos reuniríamos en un entusiasta sello editorial llamado Campo de Gules: Reinhard Huamán, Alessandra Tenorio, Gonzalo Málaga, Miguel Ángel Malpartida y David Collazos, en charlas nostálgicas acompasadas por la rockola de Don Lucho. El resultado fue la edición del primer libro de Alessandra Tenorio en poesía y el primer libro de Gonzalo Málaga en narrativa.
Cerrado éste capítulo, cada uno se embarcó en su propio proyecto, hasta que en 2006 se abrieron nuevos espacios en el centro, en lo que fue los viernes poéticos de Yacana Bar, espacio que siguió vigente hasta hace unos meses, y que marca el final de una época, junto a la muerte de Eielson, dejando un vacío entre los poetas de la generación.
Y ocurrieron tantas cosas esos años, que se me hacen innumerables: la videoconferencia de Eielson en Fundación Telefónica del 2003, los primeros festivales nacionales e internacionales que abrieron el diálogo entre la joven poesía latinoamericana. El primero sucedió en el cuzco, organizado por la revista ángeles & demonios, y se llamo Nuevas letras del Perú. Congregó a varias promociones. Otro festival inolvidable fue El Patio azul que organizaba Antares, artes y letras, en Cajamarca, centro cultural también extinto. Luego vendrían los Novísima Verba organizado por estruendomudo y encabezado por un joven Álvaro Lasso, quien aún tenía un corazón de poeta. Más tarde tendríamos El Festival Latinoamericano País Imaginario, curado por la editorial Zignos. Tantos recuerdos, tantos recitales, aventuras y sobretodo grandes amigos.
A finales del 2009, y con motivo de un recital de fin década, organizado por Lustra Editores en La Casa de La Literatura Peruana, nos volvimos a reunir. Más parecía una reunión de ex alumnos. Recuerdo haber colgado en internet una foto que nos hicieron para Diario Ojo en el Teatro del Británico. En esos días teníamos menos kilos y más cabello. Esa noche recordamos deslumbrantes años, cuando creíamos celosamente en los poderes de la poesía y los imanes. Nosotros que como generación crecimos en épocas de crisis, épocas de dictadura, pasamos una guerra con el Ecuador que casi nadie recuerda, tiempos en vela y asolados por los coches bomba, tiempos de colas interminables, de miedo, de toque de queda. Una época de oscurantismo iluminada por la poesía y por nuestros jóvenes corazones.

3) Como muchos poetas o narradores estudiaste Derecho ¿qué crees que lleva a los literatos a estudiar derecho?
Esas son puras coincidencias. Cuando uno sale del colegio no sabe realmente lo que quiere. La familia siempre espera que tomes el oficio o la carrera del padre. Imagínate que le salgas con que quiero ser poeta. Imagínate la cara de sorpresa de la familia. Yo le daría con la correa. Pensarían entonces que quieres ser un vago. De qué vas a vivir, hijito. Hay que ser comprensivo con los padres, de la poesía no se puede vivir y si lo logras tienes que ser muy bueno o muy vivo.
Además yo postulé primero a medicina. Primero a San Marcos y luego a la Villarreal. Pero no la agarré. Las cosas pasan por algo. Así que para sacarle la vuelta a la familia, tuve que ingeniármelas, mentir y postular a otra carrera. En este caso a Derecho. Ya en la universidad sería más libre y podría perderme en las bibliotecas para investigar y escribir cuanto quisiera. Con esto no desmerezco a los que estudian Derecho. Martín Adán estudió Derecho en San Marcos, y contra todo pronóstico se graduó. Mientras unos preferían las clases de Derecho civil, yo prefería asistir a los cineclubes o a los recitales. La verdad es que no me arrepiento. Además siempre he creído que no es un requisito indispensable estudiar literatura para ser escritor. Pero la formación académica es importante. Un poeta no puede ser un ocioso, debe leer de todo. Para ser poeta sólo hacen falta tres requisitos, como diría el poeta Ronald Portocarrero: leer, escribir y vivir, y todo esto intensamente. Lo demás son puras tonterías. Preguntémosle a Pound, que era banquero, según recuerda Heminway en Paris era una Fiesta, o a Carlos Oliva, poeta del Grupo Neón, quien estudiaba matemática pura en San Marcos antes de su trágica muerte.

4) ¿qué recuerdos de “poeta universitario” tienes de esa época? ¿Cuáles eran tus lecturas recurrentes?
Aún sigo siendo un poeta universitario, pues recientemente he vuelto a las aulas sanmarquinas, con la intención de finiquitar mis estudios de Derecho. Me interesa especializarme en Derechos de autor y la propiedad intelectual y Derechos Culturales. Me interesan estos temas pues uno debe ser responsable y consecuente con su oficio. De alguna manera debemos preocuparnos por el ocaso del artista, y no desprotegerlo como suele suceder en este país. Recordemos que el viejo Martín Adán estuvo hacinado en el asilo de Canevaro y murió así en el olvido. Ni que decir de los poetas de la generación del 50, quienes han recibido honores y medallas póstumamente. De qué puede servirles tanta ceremonia en sus pompas fúnebres, si cuando vivos entregaron todo para no recibir nada más que desprecio.

Contaré dos anécdotas. La primera con El club: estábamos en una tromba nocturna en un parque aledaño a la universidad. Volvíamos a letras con dirección al pabellón de arte con el objetivo de sacar a Rubén Landeo de sus clases y exigirle que nos invite un trago. Justo había una exposición de caricaturas del cuy Acevedo. Truco cogió uno de los originales, que estaba apenas pegado a un marco, y haciendo un cucurucho se lo lanzó en la cara a Rubens, quien se le levantó irritadísimo y se le fue encima al primero que vio. En este caso fue a un risueño Wilver Moreno, quien fue empujado a empellones. Pero ahí no acaba la historia. Un mofletudo observador detuvo la bronca señalando a Truco como el autor del agravio. Rubén volvió a clase como si nada hubiera pasado, ante la sorpresa de la profesora y sus compañeros. Seguro habrá hecho caso omiso al escándalo que sucedía afuera. Truco respondía con un golpe en la cara del entrometido, que le hizo volar los lentes por los aires, para luego ser estampado en una pared del repertorio bibliográfico. Pues aunque temerario, Truco era un tipo menudo y de pocas carnes. La noche seguramente no habrá terminado allí. Días más tarde, otra caricatura de un cuy muy molesto pegada en un mural, mentándonos la madre, exigía la aparición del original.
La segunda que me gustaría contar es la del viaje al festival nuevas letras del Perú en la ciudad del Cuzco. Además de ser el primer festival al que fui invitado, y recordarlo por ello con mucha nostalgia, recuerdo una maravillosa lectura en las alturas de Machupicchu y que algunos narradores subidos de peso, no pudieron llegar a la cima del Huaynapicchu. Quedándose al pie de la montaña o siendo arriados por otros poetas más ágiles. Al llegar a la cima, después de esos 45 minutos de subida escarpada y de terreno lodoso, en la piedra más alejada y plana, me tumbe a descansar y a esperar a los demás para hacer un pequeño pago a la tierra, consistente en hojas de coca y cigarrillos. Luego por ahí corrió un porro, mientras cada uno desplegaba un poema bajo ese cielo infinitamente azul.

Sobre mis lecturas de esos tiempos: eran días en que podía tumbarme bajo la sombra un árbol y saborear a Saint- Jhon Perse, beber un vino en la playa y recordar el poema La noche de Rodolfo Hinostroza, pasear por la neblina de Barranco y tropezarme con un misterioso Eguren. Otra poeta, quien disfrutaba compartir conmigo la sombra de un árbol y un porro, decía que mis lecturas eran más bien ceremoniosas. Recuerdo que ella prefería a Luis Hernández sobre Hinostroza. Recuerdo de esas dulces peleas, el olor a jazmín que desprendían sus cabellos negros y su boca lúdica y triste, cada vez que leo al buen Luchito.

5) ¿cómo tomas la poesía en tu vida?
La poesía es la mujer de mi vida. Si tuviese que comparar mi relación con la poesía no la compararía con el matrimonio, pues esto me convertiría un poeta rutinario y desabrido. Imagino aquí una musa gordinflona y excesivamente arreglada. Mi relación con la poesía es más bien la relación del amante. Tiene que haber ese amor-odio, un alto voltaje, esa locura que te hace escribir el poema en momento y en el lugar más insospechado. Y la poesía puede dejarnos, suele hacerlo y pedirnos un tiempo. Y cuando esto sucede es el momento de salir de viaje, de leer y sobretodo vivir para encontrar nuevamente a la musa.

6) Pasado algunos años ¿cómo es tu lectura de tu primer libro La Clavícula de Salomón?
Quise comenzar mi obra con un bestiario. Había leído por ese tiempo El libro de los seres imaginarios de Jorge Luis Borges, El Bestiario de Apollinaire y algunos libros de demonología. Es así que me propuse a escribir el mío propio, un libro que mostrara los demonios que asolan al poeta. Un poemario tal vez hermético y oscuro en sus imagines, pero que al leerlo permitiera un rezo que pudiese contener la tempestad y hacer luz en la oscuridad con sus palabras.


7) Cuéntanos un poco del aroma marino que impregna Diario de Navegación, a mi parecer tú mejor libro…
Diario de Navegación es una bitácora de ensueño y pesadilla. Se nutre de mis miedos nocturnos. Pues al despertarme de súbito, trataba de atrapar algún retazo de aquel paisaje desvanecido con mi letra nerviosa, en alguna libreta dispuesta bajo mi almohada como un floripondio.
Se nutre además de la superstición. Declarada en las voces de navegantes, congelados por el miedo al atender las agujas e instrumentos enloquecidos, y creyentes de un vértigo que inmovilizaría a cualquiera. Y también, en la aparición de imágenes que exaltan los ritos del agua y el papel del sacerdote en las culturas preincas de costa peruana.
Conversa también con novelas de navegación como Historias del Mar Tifón de Stevenson o Los viajes de Mackroll, El Gaviero, de Álvaro Mutis y con el homónimo Diario de Navegación de Cristóbal Colón.
La música que acompaña al libro es la música del puerto y de sus tabernas, acompasadas por la salsa y el bolero de una vieja rockola.

8) ¿qué sentimientos u opiniones tienes acerca de la tradición poética peruana, quienes son tus poetas referentes de esta tradición?
La poesía peruana, se mantiene rica y caudalosa, al igual que el gran río Amazonas, debido a los afluentes que conforman su tradición. Entre mis afluentes favoritos estarían José María Eguren, Martín Adán, Emilio Adolfo Wesphallen, Jorge Eduardo Eielson, José Ruiz Rosas, César Calvo, Rodolfo Hinostroza, Jorge Pimentel y Enrique Verástegui.

9) ¿cómo ves tu generación, crees que está a la altura de la tradición poética peruana?
Veo saludable la aparición de poemarios y antologías que recogen lo que se ha venido llamando la generación del 2000. Definitivamente las poéticas disímiles de sus representantes hacen que se enriquezca la tradición. Pero aún no creo que sus propuestas se hayan llegado a consolidar totalmente. Sería arriesgado hablar de la existencia de un libro que marque esta década como sucedió con un Consejero del Lobo de Hinostroza o Los Extramuros del Mundo de Verástegui. Creo que el tiempo y la exigencia de los propios poetas en buscar una voz de registro particular los pondrán en el lugar que se merecen.



martes, 27 de julio de 2010

Oliver Glave: la idea de la poesía




El poeta Oliver Glave ha publicado los poemario Pleodrina el año 2003 por la editorial Corza Frágil y La idea era irnos aún niños el año 2008 en la editorial Estruendomudo, textos y creaciones suyas han aparecido en publicaciones como Freak Out! (Lima), Le Monde Diplomatique (edición peruana), además de haber publicado en las revistas Los noveles de Miami y El Malechor exhausto de Lima.
En !oh palabras virgenes! brindamos una pequeña muestra del trabajo de este interesante poeta peruano.





I

Y siento amor por cada uno de tus cabellos durmiendo en mi garganta, nutriéndose en el sol de una ola delirante y besada dentro del corazón, buscando el anhelo hasta en los más cálidos recodos. Mi corazón está dentro de tu boca caliente, la que habla ahora frente a la horda enaltecida, lo digo porque eres mi hermano, la sangre que nunca tuve y aún deseo incendiada. Siento amor ya que conozco tus ojos primeros, los albores que jamás llegué a besar; en mis sueños me faltan los brazos y ansío tu crianza plena de sierpes e intensos ocasos. Sí, tu niñez desesperada euforia, y no tengo que culparte de nada aunque la angustia me amenace y vengan ellos con su ternura a enterrarme más. ¿Cuántas veces te habrán herido el rostro delante de tus hijos y humillado, avergonzado habrás huido dando cualquier excusa para hacer más llevadero el sueño, para que sigan creyendo en ti, dulce padre, lo importante es que nos quieras sin importar nada? Sangre mía en vertiginosa forma, le sonrío a la memoria de tus brazos, a la voz que tiernamente ardía en el horizonte mientras tus hijos otra vez fantaseaban tu nombre con orgullo.
¿Recuerdas cómo nos veíamos nacer?, ¿no te alzabas en el crepúsculo a cada golpe de ternura, tan solo ligeramente evocado?
Acaso espero que regreses.


IX

Rumor en llama nívea que mana del cuerpo silente, jadeo, fulgor, vientre de lumbre interna. Bajo la desnudez parida hemos ansiado nuestros rostros, henchidos de surcos y de magras costras. ¡Ah, mi cruz!, sedienta sobre el pasto tu cabellera es un músculo infinito de ríos de sol, ramas de fuego tendido vertiendo celo al alba. Sal de estío, mar, quiero ser saciado por tus brazos, arrastrado por tu cuello de murmullo y cauce pero aún vivo entre cenizas, salvaje en ellas evocando tiempos de cría y de arduo seno. Soy yo quien se nutre anhelante, quien aguarda tras la maraña de hierbas tu luminosa mirada, ansia que hierve en la frente, luna sumida entre cadenas. Y es que dentro de uno de esos surcos existía un jardín que aún encuentro fértil, desborde en la gracia de labios, los ojos de tantos años floreciendo en la explanada, luz, ¿por qué no cantarle al animal libre que ya nos dejó atrás?


XV

Ayer estuvimos recorriendo carreteras, plexos y mares ebrios, climas húmedos. Ni siquiera un resplandor lejano dejaba sentir el calor. Un viento quemaba ligeramente mis pómulos, era de mañana y en mis manos los automóviles tenían sus faros prendidos. Juraría que los padres dentro dudaban de mis ojos y reían con sus hijos deambulando sobre el cuerpo ajeno, pero en estas tierras todo se enlaza de distinta forma; los temblores dejan pliegues en los rostros, dentro las vidas tienen propósito y se cultivan manos agradecidas, jadeantes. No existe agitación en las voces aún cuando las nubes adquieren densa forma de pulmones y se hinchan para tragarlos o para lloverles como tumor. Y todos piensan que es el pulmón de Dios respirando sobre ellos, y la esperanza crece e irritados se aman al olvidar nuestro avance. Sin embargo notamos cómo a veces alguien se traga la culpa, despreciando el grito, y el terreno adquiere los matices de nuestro albergue. ¿Existían nubes? No hacíamos caso, el horizonte secaba los labios y aumentaban las ganas de llegar. Seguíamos avanzando y el cielo caía... hervía la esencia de nuestros órganos.


Más adelante, aún no divisábamos el final.



(poemas tomados del libro Pleodrina (Corza frágil, 2003).









9 DE OCTUBRE

A Yolanda González

Adora tierras de noche porque ve las luces y no reconoce miseria.
Y ya no me encuentra así para recoger mis pedazos.
Huye mientras sueño parajes que no me incumben,
que no existen para mí, hogares que nunca llegaré a ver.
Tendría qué decir, pero huye porque no sabe más.
Y yo siento que viajo lejos desgarrando ojos, la culpa en brazos;
viajo a través de mares presintiendo sonrisas en la distancia.
Cualquier canción me trae el recuerdo
de haberla escuchado contigo y tú gritándola feliz,
pura devoción allí donde no hay luz.





EPIFANÍA DE J. SCHÜBEL

Sé que vi como una luz el espanto en tus ojos
perdida en la turba de otros ojos tan discretamente agresivos
que solo buscaban llevarte de la mano a espaldas del bar
para allí empujarte una y otra vez, hermosa y sedada,
hasta que te avergonzaras de decir no.






EL FORASTERO EVOCA A SU FAMILIA

…la gente llora en las calles y todos los rostros
me parecen conocidos...
J. Raggio


A veces me mantengo caminando sin rumbo, sin ímpetu, recorriendo el cauce de
serenas palabras. Me siento solo, me encuentro solo. Así es mejor. De esta forma puedo ceder al ardor escaso que nos cerca, al yacimiento que erosiona, que espera enajenado a que alguien lo llame. Viene siempre indócil; llamarada del más frágil cristal que se reúne en mi cuello, fuerza impura y en ocasiones permanente. Entonces vivo yo, ¡viven todos suplicantes! Confianza tan cierta que ya nada importa, nada es algo para mí. Así respiro junto al furor asentado, insistiendo con él a cada pulso. El vacío se calla, no encuentra su forma y ya libre intuye y golpea. Sí, nos confinamos en sigilo, evocándolo. Vientres de sol que aíslan tu brío, raudo en mis ojos. Y es que te descubres vasto en nuestra unión. Al someterte nada es demasiado grácil, pero estas palabras son tan parcas, tan cerradas, tan poco para expresar el nudo en la frente que tengo que dejarlo. No percibo una razón de herir.



(poemas tomados del libro La idea era irnos aún niños (Estruendomudo, 2008).

miércoles, 21 de julio de 2010

2000 palabras enlazadas: ¿Poesía de una o varias generaciones?

El poeta Rubén Landeo Robles, ex miembro del grupo Club de la Serpiente de la Universidad San Marcos nos brinda un testimonio particular de como vivió los inicios de su generación poética (2000).

El humo del café, las conversaciones sobre poesía, la interconexión entre los que escribíamos, el salón del taller de poesía de la Universidad de Lima, las películas ante la ventana indiscreta de la vida, la diversidad y el diálogo por sobre todas las cosas. La voz de Renato Sandoval ante el devenir del tiempo, la melodía del tango Volver; de cara a la gentil atmósfera.
Vaivén poético, de un lado a otro, por voces que habían empezado a imprimir particulares formas de ampliar el mundo. Recordar y vivir los rostros de cada uno de los que participaron en el primer encuentro poético del 2000, resulta difícil; a estas alturas, la memoria está compuesta de imágenes y la poesía suspende al cielo, sostener su andanza sería limitarla a una fecha y a los nombres de todos aquellos que de alguna forma participaron en la construcción de los estilos diversos, me quedo con la imagen de la Torre de Babel, a fin de cuentas; la mecánica de Facebook resulta tentadora, aglomerarlas ; constituir no una, sino muchas voces. El Club de la Serpiente fue un grupo que pretendió emular a sus personajes ficticios. Sociedad elefante, un grupo ávido de publicaciones, Coito Ergo Sum; un grupo caracterizado por su disposición a la lectura reflexiva; éstas son algunas definiciones de los grupos sanmarquinos asistentes. Nunca tengan fe en la exactitud de lo supuestamente establecido, lo único que a todos nos unía y unirá será la poesía y punto, las cervezas y los cafés empiezan a tener un efecto doppler o el efecto de la descomposición del sonido, el cielo metálico de Lima no distingue la exactitud cronológica; el sol de Lima agazapa su brillo, visualiza el mar desde cualquier lado, el mar será siempre, el mar.
Mayo. Junio. Julio. Agosto. Septiembre. Octubre. Noviembre. Diciembre. Adivina en qué mes se organizó el particular encuentro, desplazar el tiempo a la búsqueda del tiempo perdido. Ishmael sube su equipaje al barco que lo llevará hacia nuevos desvíos, poesía que habla de sí misma, metapoesía. Dos integrantes de un grupo poético publicaron sus libros, financiaron sus respectiva producción a punta de trabajo esforzado, ambos hablan de un mundo hostil y sin forma; tres integrantes comen trigo, cuatro; se balancean en la tela de una araña y así sucesivamente, el siglo XXI nos traga. Las tardes de lectura al centro del Cusco ante el ocaso de un viejo tiempo, sólo palabras circunstanciales que atraviesan los planos temporales, saetas voladoras y zas el motociclista escapa del terremoto a toda velocidad con la chica linda que se agarra con todas sus fuerzas a la espalda. El arte ha quedado en la memoria, construir el museo imaginario, el desafío. Observar al mundo desde todos los puntos de vista, imposible; quizás, si nos encontráramos en los panópticos, seríamos acuciosos .Sólo somos presa de nuestras circunstancias, por tanto, si quisiéramos agrupar por generación textos escritos en un determinado período sería cercar lo conocido. Un punto crítico dinámico, sería considerar los textos como un continuo ad infinitum y una prolongación de las propuestas estéticas anteriores. Sólo así podemos conversar con la poesía. Generación poética del milenio, ambición sin freno, creo en los escritores que murieron con una obra incompleta; en este momento han de pensar cómo venir al mundo para escribir líneas que nunca escribieron, como el intento vano de la indefinición de la generación.

jueves, 17 de junio de 2010

Entrevista con José Agustín Haya de la Torre


1.- Quería comenzar la entrevista pidiéndote que nos cuentes acerca de tu etapa universitaria. Pasados algunos años ya de haber egresado de literatura en San Marcos ¿cómo piensas que viviste esa etapa?
Indudablemente San Marcos constituye un gran acierto en su momento, como ahora lo es Salamanca. Si bien son instituciones, por mi parte considero la formación intelectual necesaria –sin que esta sea obligatoriamente académica–, aunque, la experiencia humana se erige como lo realmente superlativo. Es decir, ir a clases, estudiar, respetar los horarios, entre otras exigencias de la universidad son una parte; lo determinante –insisto– es el factor humano: los amigos, la experiencia social y sobre todo el autodescubrimiento personal. Desde ahí puedes decidir cómo cultivar el espíritu. Una nota no me determina, así como ningún título, premio, etc. La exigencia es totalmente personal, de nadie más puede venir.

Y si algo recuerdo de San Marcos, específicamente, eran los días en los que me iba con muchas copias bajo el brazo –algunas veces contento, otras no tanto cuando se trataba de libros de teoría–, o los días sentados en el bosque de letras o en las escaleras de la facultad, o los viajes que se planeaban en menos de 24 horas, o las ilusiones que cada texto nos producía (positivas o negativas), algunos profesores que me dejaron huella como Pablo Guevara o Miguel Ángel Huamán –por citar unos nombres–, los poetas que descubría, los que conocía… E indudablemente Sociedad Elefante. Puedo enumerar un sinfín de situaciones sobre esa etapa. Mi mayor certeza fue afirmar el goce por la lectura y la escritura.


2.- ¿Cuáles eran tus libros de cabecera en esos días?
Fueron varias etapas las que se me “aparecieron”. Nombres muchos. Varios de ellos me son entrañables, como descubrimientos que hasta el día de hoy me acompañan. Te mencionaré las etapas de esos cinco años más o menos según creo sucedieron –a veces acordes con los cursos que recibía–: la poesía peruana contemporánea, considerando a Valdelomar y González Prada dentro de ellos, hasta finales de los 70; la poesía romántica alemana e inglesa y el surrealismo; el parnasianismo y simbolismo francés; la poesía clásica china y japonesa; el Siglo de Oro español; el expresionismo alemán; la poesía oral peruana; los textos sagrados orientales y la poesía de medio oriente; los clásicos latinoamericanos y los estadounidenses del siglo XX… Al mismo tiempo, me asaltaban libros de filosofía, distintos ensayos, algunos textos sobre psicología, biología, anatomía, sociología, antropología y alguna que otra curiosidad que satisfaga la multiplicidad de inquietudes que me fragmentan. ¿Acaso las disciplinas son excluyentes? (Huelga la mentira de la especialización y los vitores a la ignorancia). De vez en cuando, alguna que otra novela, aparte de las que nos obligaban a leer en la universidad. Recién ahora me aproximo a las novelas con mayor frecuencia. Eso sí, los libros de cuentos son perpetuos acompañantes.

Pero, además, mi “cabecera” no la constituyen sólo libros, sino que es una suerte de complementos, todos muy ligados a mi forma de sentir, parte de mis necesidades: la música –escucho rock, jazz, trova, huayno, música criolla, cumbia, salsa, etc. –, el cine –de toda latitud y experimentación–, al igual que la pintura. En ninguno de los casos diferencio sobre la base del retrógrado y dañino pensamiento entre alta y baja cultura. Todo es cultura. ¿Acaso es más valioso el arte intelectual que el popular? Por favor, pobre el que tenga esas consideraciones. Que se quede en su encierro. ¿Acaso no son las expresiones populares factores constituyentes y relevantes de nuestra expresión?

3.-¿Cómo fue el inicio de Sociedad Elefante? ¿Cómo se conocieron? ¿Quiénes fueron los fundadores?
Los cinco integrantes iniciales éramos: Diego Alonso Sánchez –a quien conozco desde el colegio–, Luis Alberto Valladares –con quien estudié en la pre San Marcos­–, Moisés Sánchez Franco y Miguel Ángel Sanz Chung. Luego, participó Romy Sordómez, por coincidencia la única mujer. Todos estudiábamos Literatura en la misma promoción (1999).

Nos conocimos en los pasillos, en las aulas, en las cafeterías, en las palabras, en la amistad y el respeto. Fueron las inquietudes las que nos llevaron a juntarnos. Al conocernos vimos que coincidíamos en el gusto por escribir. Comenzamos con la timidez, la sensibilidad a flor de piel, a intercambiar los textos. Encaramos la dura pregunta, ¿qué te parecen? Dura, porque a esa edad la inmortalidad es parte del sentido de vida. La rebeldía hierve. Y, claro, la escritura como la parte más íntima de uno no acepta críticas. La vanidad y el ego son, pues, temas personales que se deben manejar con cuidado, sin caer en la arrogancia. Tal vez, es ahí donde uno comienza a considerar seriamente que el camino de la poesía no se trata de la rejunta de palabras o del –estúpido– éxito. El éxito es el humano, que te recuerden por la persona que eres, por tus hechos, tus actos. La poesía es un camino personal, silencioso, que no necesita del bullicio ni de ningún pedestal. Necesita, sí, el cultivo espiritual diario.


4.- ¿Cómo era el “día a día” de Sociedad Elefante en la universidad?
Sociedad Elefante no tenía un día a día programático. Éramos/somos, ante todo, amigos. La universidad fue el lugar de encuentro, mas no era el lugar en sí de las reuniones. El grupo funcionaba como un taller; alternábamos aleatoriamente en alguna casa. Nos reuníamos con cierta periodicidad; si la memoria no me falla, una vez a la semana, por lo menos. Ahí criticábamos los textos de los otros, previas lecturas, claro. No era una situación espontánea. Como estábamos en una etapa de aprendizaje grupal –el aprendizaje nunca termina, sino que se divide en ciclos–, el “criticado” recitaba sus textos, pues al escucharlos uno puede percatarse del tono y la intención de lo que se desea expresar. De esta manera, terminábamos de generarnos una opinión. Luego, señalábamos los aspectos que más nos habían gustado y los que considerábamos –respetando la estética que cada texto propusiera– se podían mejorar, trabajar.

Estas reuniones nunca tuvieron un afán de exclusividad. En el camino hubo varios amigos que se nos unieron como Francisco Izquierdo, Dante Ayllón, Martín Horna, y otros más. Los dos primeros publicaron en el sexto número de Sociedad Elefante.

La manada seguía su intrínseco ritmo de migración, hasta llevarnos a uno de esos desconocidos cementerios: el momento en el que cada uno toma su camino. Sin embargo, la amistad, el cariño y el respeto se mantienen intactos. Es más, han crecido con los años.





5.- Sé que hicieron varias publicaciones…
El grupo tuvo una vida corta pero intensa. Fueron dos años y medio, mediados del 2000 hasta terminar 2002, donde publicábamos cada dos meses el primer año. Comenzamos con una plaqueta, unos síxticos, que repartíamos gratuitamente. Los cincos primeros números nosotros mismos los pegábamos. Para celebrar el primer año, noviembre de 2001, la plaqueta engrosó, no solo por los invitados, sino que cambiamos el formato. Al año siguiente hubo un cambio, se impuso la necesidad de un cambio: de publicar uno o dos poemas o un cuento –Moisés, si bien escribe poesía, su hálito fuerte es la narrativa–, pasaríamos al primer intento de lograr una unidad organizada. Es así que cambiamos al formato de pequeños libros bifrontes de 32 pp., es decir, 16 pp. cada uno. El primero fue de Romy y Miguel, Vuelta alrededor del parque y Espejo de carbón; el segundo, de Lucho y Moisés, Escombros y Relatos para morir con los ojos abiertos; el tercero, de Diego Alonso y yo, Mitsuya Nicolás y otros poemas y En memoria. Así, estos libros dieron inicio a la disolución del grupo, de manera formal, porque seguíamos intercambiando los textos y frecuentándonos con la misma intensidad de siempre. La amistad era intocable. Era una separación necesaria, pues los proyectos personales comenzaban a marcar su paso. Además, separarnos era un paso más en ese continuo proceso de aprendizaje, como romper el cordón umbilical. Todo ciclo tiene un valor y un fin, y hay que saber encararlo.

En algún momento tentamos el sello editorial. El único que pudo terminar de manera sólida su proyecto en ese periodo fue Miguel Ángel con La voz de la manada. Los otros tardaríamos más tiempo en publicar y ya bajo otros sellos.

6.- ¿Cómo recuerdas los recitales de esos días, y cómo era la convivencia con otros poetas de diferentes universidades o grupos?
Haré una “falsa confesión”, pero sincera: ¿cómo pueden convivir chicos de veinte años donde la efervescencia de “lo poético” nos desvela, donde cada uno “es”? Sería poco sincero no decir que cada grupo mantenía su distancia con el otro. Había respeto, pero no sé si una amistad en toda su acepción. Manteníamos buenos lazos con Cieno de la Católica, y el Grupo Colmena de la Villarreal. A los de la de Lima no los conocíamos, más allá de un hola y un adiós, así como a los de la UPC. Pero como el tiempo siempre se encarga de colocar todo en su lugar, tengo una muy buena amistad con Pedro Favaron, Víctor Ruiz, Bruno Pólack, Mario Pera, y otros más. Serán las afinidades literarias y la forma de encarar la Literatura y pensar la Poesía como un modo de vida lo que nos identifica. Ello nos permitió acercarnos para conocernos como personas. Ahora, nuestra amistad sobrepasa esos límites iniciales.

Recuerdo la primera vez que Sociedad Elefante recitó. Sucedió hacia la tercera semana de abril de 2001. Estábamos muy nerviosos… por lo menos yo sí. ¿Quién vendría a vernos leer? Vaya gentil sorpresa, más allá de la familia, el auditorio de Letras estaba lleno. Qué sensación más fuerte ver a esas doscientas personas sentadas. Y al mismo tiempo, qué felicidad. Y así empezamos la vía crucis de estos eventos.

Luego, con la experiencia, nos dimos cuenta de lo aburridas que pueden llegar a ser estas curiosas manifestaciones. A veces invadidas por un espectro de solemnidad y de un protocolo como si fuese un evento trascendente y casi apocalíptico. Ni qué decir cuando estos duran más de una hora: ¡horror! Se vuelven un suplicio innecesario. Cualquier acto funerario es más entretenido. Y personalmente, me resulta insoportable cuando en los recitales un poeta habla de él mismo, de sus méritos altamente creativos, del origen de su originalidad, del porqué de sus poemas, y consideran que el público tiene que estar sentado el tiempo que su luminaria voz así lo sentencie.

En esos años grupales cometíamos errores, sobre todo en la excesiva prolongación de algunos eventos. Imagínate, éramos 6 ó 7 grupos con 6 integrantes a 7 minutos por persona… Me reservo el comentario. Pero fueron la oportunidad de acercarnos. Constituyen una primera y necesaria experiencia, para encontrarse.



Elefante político

7.- ¿Cómo viste, como joven poeta, la política peruana de inicio de siglo?
Esta pregunta es un paréntesis a la misma entrevista, por ello, te la contesto como tal:
(Mi condición de poeta es personal, íntima, y ella no determina mi acercamiento a la política. Así uno se declare apolítico, al pertenecer a una sociedad lo político no se puede rechazar. El marginal no es marginal sin sociedad, ojo. Somos ciudadanos, individuos, que vivimos en una sociedad. Insisto y reitero: sociedad. ¿Si no, dónde nuestros derechos? ¿Con qué razón reclamamos obligaciones, deberes, del Estado –así yo/uno no esté de acuerdo con esta institución–?

En mi caso, dado el apellido tengo que hacer una necesaria aclaración: este no ha decretado mi forma de pensar. Procuro educarme con el fin de tener una ética y moral solventes. Y ese es mi punto de partida antes de situarme a la izquierda de algún lugar.

Curiosamente, mi acercamiento a la poesía es político. Mi padre me daba a leer a Vallejo, Abril, Heraud y compañía, a los siete años. Todos poetas con un fuerte rasgo panfletario en lo social. Recuerdo que recitaba en voz alta los poemas de estos autores los domingos por la tarde. Es más, uno de los primeros libros que me regalaron se llamó Aprender jugando; libro donde los poemas fueron escritos por los líderes de la Revolución cubana. Lo inusual era que los textos no venían firmados, sino con las iniciales de los nombres y apellidos. Tenía que completar los espacios en blanco de los nombres. Me los sabía todos.


Vuelvo, recomienzo. No por ello he dejado de leer a Víctor Raúl ni a Mariátegui y compañía; por el contrario, les tengo mucho respeto y admiración, y a cada uno sus críticas respectivas, porque hay que intentar mirar con objetividad sus méritos, así como sus equivocaciones. Los dogmas o fanatismos no son parte de mi carácter. En lo personal, me acerco al anarquismo. Creo con sinceridad (e inocencia) en las personas. Indudablemente, creo en la utopía.


Continuo. Creo que la caída del régimen del dictador Fujimori y la vuelta a la democracia fueron determinantes para poder crear nuevamente con libertad, pues la opresión a la que eran sometidas las universidades y sus alumnos o toda manifestación artística resultó espantosa. En el caso de las universidades nacionales, hubo el condicionante de la intervención por el terrorismo, pero una vez limpiadas las instituciones este régimen se empoderó e intentó controlar todo y ahí un grave error por su parte. Las universidades se volvieron bastiones de resistencia contra la dictadura. Por ello insisto, la vuelta a la democracia constituye un factor importante para dar vía a distintos proyectos.

Puntualizo. Nos encontramos en una sociedad muy inmadura. El populismo aún cala y la gente espera un mesías o salvador, inexistentes. Vivimos en una sociedad donde todos esperan que el Estado les dé todo. Si hay lluvia es culpa del Estado, si hay huaycos, si hay fenómeno de El Niño… Disculpa la terminología judeocristiana, pero al Estado se le echa la “culpa”. Y claro, apenas uno puede cometer una criollada son todos los primeros en ser los más vivos. Si les sale mal: culpa del Estado. ¿Por qué no empezar pensando en las responsabilidades de uno y en lo que cada quien puede hacer por mejorar?

Retomo y finalizo. ¡Qué decepción es la política en el Perú! La mayoría de quienes ocupan cargos públicos es una tira de bandoleros, el triunfo de los eunucos mentales. Pocas son las excepciones. Lamento la falta de ética, de educación… son altísimamente corruptos, desleales, deshonestos, sin ningún principio. Hemos visto rasgarse las vestiduras a todos los de “izquierda” y de “derecha”. Un veletismo y vedetismo total. Creo en la necesidad de una revolución cultural –sin armas, eso más que obvio–, cuya base sea la educación, que considere la heterogeneidad de un país como el nuestro para integrarlo, respetando todas las culturas que en él habitan. La otra revolución será el día que gente honesta, proba, con principios inquebrantables, tome las riendas del país. Por ahora, sólo nos queda la condena a la esperanza. Alimentarnos del asco.)


8.- Fuiste miembro del comité editorial de la revista político cultural “Distancia crítica”, ¿cómo nació la idea, qué sentimientos impulsaron la empresa y con quienes la hiciste posible?
La experiencia de Distancia Crítica, al igual que Sociedad Elefante, es parte del proceso de aprendizaje y fue muy relevante para mí. Fui invitado a integrar el comité editorial. Así llegué. Pedro Favaron, el editor, me habló sobre el proyecto y me gustó. Congeniamos en ideas vitales y en las perspectivas que tenemos sobre el Perú. Ahí, tuve la inmensa fortuna de conocer a Mauricio Delfín, Jaime Oliver, José Aburto, Carlos García Montero, Ronald Vega y otras personas más. Todos estudiamos distintas carreras, hecho sumamente enriquecedor al momento de las reuniones y debates. Nos interesaba crear un medio alternativo, plural, que hablara no de lo coyuntural, sino problemas trascendentes a lo que es el Perú y el ser humano. Por ello al nombre de la revista lo acompaña el rótulo “aportes hacia una nueva conciencia social”. Intentamos aportar a la conciencia colectiva. No marcamos un rumbo ni pretendíamos una sola dirección. Procuramos abarcar todas las disciplinas. Nuestra propuesta era educar a la gente para que sepa contra qué se enfrenta en su día a día, en qué situaciones se ve implicada sin que lo sepan y que sean capaces de tomar sus decisiones, asumiendo las consecuencias de estas. Todos pensamos en la educación como el factor determinante para sacar al Perú adelante.

Fue una empresa saludable. Aunque en lo económico estaba destinaba a desparecer. Así rige el capitalismo y más aún en un país donde la cultura es un lujo. ¿Qué opinión puede generar un país donde los libros sean bienes de lujo y no los yates?

La revista nos permitió acercarnos a tantos lugares. Conocer el Perú fuera de la burbuja limeña, es más, conocer Lima fuera de sus muros clasistas y racistas. Lima Lurín, Lima Villa El Salvador, Lima Villa María del Triunfo, Lima Comas, Lima Los Olivos, Lima… La Lima que omite y execra buena parte de la caduca mentalidad aristocrática limeña. Y como la revista se repartía en varios lugares del Perú, en las otras provincias aparte de Lima provincia, conocimos aún más la realidad de nuestro país y de los problemas más profundos, pues teníamos colaboradores en todas partes. Además, fuimos invitados a dar charlas en varios lugares.

9.- ¿A cuántos números llegaron y como sentías que la recibía el público?
Dada la tarea impuesta, esta requería que nos reuniéramos todas las semanas, con hora fija de llegada, mas no de salida. Debatíamos cada texto, palabra por palabra. Así íbamos planeando número por número, de acuerdo a las colaboraciones que recibíamos y a algún tema sobre el que quisiéramos investigar.

Fueron cinco números (se encuentran en versión pdf en: http://www.realidadvisual.org/distancia/). El primero tuvo un tiraje de cuatro mil ejemplares y los otros, de seis mil. Se repartían gratuitamente. La recepción fue estupenda e impensada. Nos pedían más números en varios lugares. Y hasta ahora sigue viva su estela.



Tradición poética peruana




10.- Retomando tu labor como poeta, ¿en qué etapa de tu vida sentiste la necesidad de expresarte en poesía?
Como te comenté, desde niño me enseñaron “la política de la poesía”, por lo que mi necesidad –llamésmola educación sentimental– encontró muy tempranamente su lugar en esos primeros versos que leía, que aprehendía, y que con las pocas palabras que sabía comenzaba a intuir ese camino. Fue hacia los siete años ese inicio, pero ese es un titubeo, nada certero se puede decidir sino hasta que se opta por ese modo de vida. El momento de decirme “este es mi camino” habrá sido hacia los dieciséis años. De tal modo, establecí un compromiso conmigo mismo, que con el tiempo no deja de crecer. Es una búsqueda, un viaje inacabable, un silencio presente.

11.- ¿Cómo ves la tradición poética peruana, tan rica y talentosa pero, tan desconocida para muchos?
No lo digo con soberbia ni con el menor ánimo chauvinista, pero realmente es una pena que no se conozca la riquísima tradición poética peruana y, en general, toda su literatura. Te aseguro que quien la lea no la dejará nunca. Hay tantas voces mayores y potentes. Octavio Paz decía que para ser poeta tenías que leer la poesía mexicana, la chilena y la peruana. Estas tres le parecían fundamentales. Y vaya que razón tiene. Tenemos poesía en todos los registros, en cantidad y calidad. Es tierra de poetas sí o sí. Con toda seguridad es de las tradiciones más ricas en lengua castellana. Me apena que las condiciones socioeconómicas tengan tapados a varios vates. Quienes se atrevan a conocerla se llevarán una tremenda sorpresa.

12.- Esta pregunta quizá es un poco arbitrario, pero, ¿cuáles crees que son los “cuatro ases” de la poesía peruana?
No te puedo decir cuatro. Es que sería descabellado decirte sólo cuatro. Mencionaré algunos de los clásicos: González Prada, Valdelomar, Eguren, Vallejo, Moro, Adán, Westphalen, Oquendo de Amat, Churata, Eielson, Varela… Se me escapan varios nombres, pero te diré que a cualquiera de estos le sobra calidad.

13.- Actualmente a quiénes consideras como los abanderados de la poesía peruana…
Tengo un serio problema con la poesía contemporánea, y por ello prefiero no mencionar nombres. Además, el término “abanderado” me resulta escalofriante para calificar a algún poeta, aunque hay varios que les encantaría los llamen así. Con certeza puedo decir que hay buena poesía, sin lugar a dudas. Pero aún los mayores siguen, dada su trayectoria, en el teje y maneje de la situación. Sin embargo, diré sobre mis contemporáneos que habrá varios que destacarán en breve, si es que no destacan ya.



Sobre Nocturno del Alba


14.- Tu libro Nocturno del Alba es un libro corto pero intenso, donde confluyen muchas voces; por ejemplo, quería que nos comentes, en la segunda parte titulada (segunda escisión), la voz es la de una naturaleza golpeada por la mano del hombre, y el modo de versificar me recuerda el estilo que se le ha dado a lo indígena en la llamada literatura indigenista…
No me encuentro en la capacidad de juzgar mi estilo; pero, tal vez, sí de explicar lo que me motiva.

Sobre tu pregunta, te diré que creo en lo sagrado de la Pachamama. Creo en la relación armoniosa entre hombre y la madre tierra. La palabra huérfano para la gente de la sierra no sólo significa quedarse sin padre o madre, sino quedarse sin tierra, sin la madre que los alimenta y a la que ellos rinden tributo. Me resulta imposible no decir que el hombre en su afán de progreso ha destruido todos los recursos. Qué afán más miserable el del hombre por controlar todo y quitar y poner a su gusto. A la madre tierra se le tiene que respetar. Es como respetar a un ser humano que uno ama.

15.- Luego, la clave de este intenso recorrido que es Nocturno del Alba se da en un verso del único poema de la primera parte titulada (primera escisión): “despojarme del verbo”…
La poesía siempre me conduce al silencio. El silencio es uno de los tantos misterios que envuelven a la poesía.

Despojarme del verbo puede tener muchas connotaciones. Yo no veo a la poesía como un trampolín intelectual ni como un método de ascensión social. Si de esta me tengo que desprender, despojar, para ser mejor persona, pues bienvenido sea. Intento la humanidad.

16.- Son las dos preguntas anteriores la antesala para la tercera parte del libro “ojo ancilar”, la parte quizá más complicada de interpretar y la más arriesgada, ¿la poesía es idea o sonido?
Por momentos me sucede un agotamiento del lenguaje. Mas no de ganas de expresarme. Desde el silencio, la contemplación, la mudez ensordecedora de vivir con uno mismo, la búsqueda en las lecturas, el día a día… Me resulta imposible definir qué es la poesía, pero desde mi perspectiva esta combina muchos aspectos, por lo que no será idea o sonido, sino idea y sonido, una de las tantas formas en las que se puede manifestar.

17.- ¿Es este primer poema de la tercera parte del libro una explosión, una queja contra el lenguaje del ser humano devastador de la naturaleza, un regreso a lo primigenio o la naturaleza misma?
Volveré sobre mis palabras: silencio. El susurro en el oído. Uno recuerda muchas veces por el sonido, así aparecen las palabras. Así, a veces, son dictadas. Y se escapan nuevamente al silencio, para pervivir en él.


18.- en la cuarta parte del libro titulada “(anónimo)” el lenguaje recobra lirismo, como un poeta que a sufrido por la transformación, por algunas escisiones; incluso apreciamos un poema casi en prosa...
¿Acaso cuando nos levantamos somos los mismos todos los días? ¿La desnudez es la misma siempre?

19.- Es contundente el último poema de esta cuarta parte, donde se puede apreciar el cuerpo del poeta yacido y arriba un ave sobrevolándolo con sus ojos…
Rimbaud decía “Yo soy otro”. Hay que intentar saberse, ser capaz de mirarse desde afuera: ver.

20.- En la quinta parte del libro titulada (término) se perfila la esperanza, ¿es eso Nocturno del Alba?
Diría que no es exactamente esperanzador, sino vital. La muerte es vital. El amor es vital.