lunes, 24 de mayo de 2010

Una poeta tras los reinos



Denisse Vega Farfán (Trujillo, 1986) es autora de los poemarios Euritmia (2005) y Una morada tras los reinos (Centro Cultural de España y Lustra Editores), con el que obtuvo el premio “Poesía Joven del Perú 2008”, además formó parte de “Antología de los finalistas de la XIII Bienal de Poesía - Premio Copé Internacional 2007” (Petroperu, 2008).

Vega Farfán es sin duda de las poetas peruanas jóvenes más dinámicas y talentosas. Esta vez vamos a poder leer dos poemas envíados para nosotros por la autora trujillana y como siempre prometemos a nuestros lectores, más adelante, una entrevista extensa con la poeta acerca de su obra.

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el reino tiene mi señal y mi nombre
la forma de mi horca
el viento que revolotea en esos cráneos
es el silbido de mi corazón y mi náusea

ahora sé que mi madre es el sol de los calcinados
y mi padre el brasero que rearma a estos muertos
sobre la piedra más afilada de mi memoria

en este reino no hay cómo regresar
ni cómo seguir avanzando

oh ave
insiste
___alguien me dijo
y yo sólo fui un manojo de infalibles maldiciones

cómo salir del reino hundido
que hay en cada uno
cómo escapar a los designios de un abyecto Rey
que es uno mismo
ser amo y ciervo a la vez
víctima y asesino del mundo
por el que raudamente se destartalan nuestra fe
y nuestras botas

ciertamente cuando todo quede sumido
a un grano de plomo
cada Rey
ha de habitar su reino de marfiles
eternamente condenado a ver los muertos
que salieron de sus manos
en una invisible marcha de azogue

yo los he visto desde que aprendí a pronunciar terror
sin quemarme la boca
se iban en manadas como bueyes
halados por un poder que hoscamente refulgía
y tronaba la aurora

hasta el amanecer oía sus plegarias
a invidentes dioses
luego quedamos nosotros
artífices del vértigo y la soledad

si me acerco a sus restos sabré
que la vida aún canta con acento de horror
y crisantemos
si me toco es su carne la que tiembla
es su silencio inmolado el que responde

entonces nada es más injurioso que mi índice
la hedionda impiedad por uno mismo
la corona de moho sobre nuestras cabezas

a dónde va la balada de estos muertos
si no es a nuestros pasos
su furia a nuestros ojos
su oro y sus gualdrapas
a nuestra desnudez
el ácido de sus vísceras a la contienda
de nuestras máscaras?

por eso la ceniza relumbra
en cada materia que amamos
la miseria
donde las fábulas se yerguen azarosas





acaso el Rey es este con el que convivo
comparto la piel
y una guarnición de indeseables retratos?

agita en mí un cencerro
llagado de mendicantes voces
una carcajada que me hace bailar sobre ellas
sobornar una llameante identidad
de gladiadores que engullen a sus enemigos
en una burda ceremonia de sílice
al final de la batalla

acaso es este ombligo el que me une
al mazo del primer Rey?
a sus innobles conjuros
a la forma de enviar a la mazmorra a sus hermanos?

y esta ciudad el reino
poblado de reyes que compran almas
cabalgan sobre sus ciervos
rancios arlequines
estériles gnomos que discursan
acerca del pecado
con una navaja ceñida a la yugular?

sábado, 15 de mayo de 2010

José Agustín Haya de la Torre, canto desde la Herrumbre

Sin duda otra de las voces maduras dentro de la poesía peruana jóven es la de José Agustín Haya de la Torre. El control del silencio es una de sus virtudes, tanto lo que se dice como lo que queda explícito que se calla. Desde ahí se convierte el silencio en poesía.
Haya de la Torre estudió Literatura en la Universidad San Marcos de Lima y ha sido miembro del comité editorial de la revista de política-cultural "Distancia crítica".
Participó también en el histórico grupo de creación literaria de la generación del 2000 en Perú, Sociedad Elefante.
Hasta el momento ha publicado dos libros, Canto de la Herrumbre, de donde compartimos estos dos poemas y, Nocturno del Alba, libro del cual tendremos pronto algunos textos, además de una prometida entrevista con el autor, tanto de su poesía, así como poesía peruana.


(imagen: Lirios Malva de Monet)

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Regreso al sepulcro

De mi vientre enhiesto
De mis manos en posición yugular
Del nimio parpadeo sobre tus senos
De querer decir silencio para mí y no poder callarlo reiteradamente
De mi voraz muerte harta de nacer
De mi sexo en jaque
De mi hipermetropía cuaternaria
De mi juntapalabras y mis no
De mis cálculos en los riñones
Del silencio vívido y recurrente
De mi inquebrantable creencia en la poesía
De mi cadáver y sus fauces vertiginosas
Del silencio que no llega y se torna desesperado y del cual no puedo hablar
Del vacío intestinal de mi ansiedad
De la vacuidad de las gentes y su nunca escuchar
De mi vejez prematura que huye ya de un geriátrico
De la condena a vivir y dar constancia al suicidio y al suicida
Del silencio que acontece y no
De mi reiterada creencia en la poesía
De mi amor desenfrenado de los colmillos que no tengo del elefante que fui
De mis extremidades que a veces no proyectan mi sombra
De mi constante adjetivización y querer silencio y silencio
De sólo escribir y echarme a morir
Y decir Amor

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Alguna vez...

Alguna vez
a la muerte encontré
sentada frente a mí
descorazonada

En ella me reconocí

Siempre hemos sido
los mismos
siempre
los que del fuego hemos cuidado

Ve y ama
terminó diciéndome

Y me eché a morir
Amándola






lunes, 10 de mayo de 2010

Paul Guillén, la transformación de los metales


El poeta Paul Guillén (Ica, 1976) ha rozado con su primer libro, La transformación de los metales, la transformación de la poesía en algo sorprendente. Aquí nos deleitamos con tres de los que son, a mi parecer, los poemas más interesantes del mencionado libro.
Esta promete ser una muestra de la obra del autor la cual pretendemos aumentar con poemas de su última entrega, Historia secreta, y de ser posible una amplia entrevista con el poeta, donde nos cuente no solo su oficio como tal, sino también como editor e importante "blogger" de literatura. Como adelantaba estos tres textos son tomados del libro La transformación de los metales (tRpode, 2005).







Prelusión


Por largo tiempo traté de imitar tus metros y tu estilo
ramas de un sauce que se quiebran y lloran
pero ahora veo que desde tus vestales resurge una esfera plana
y que angelicalmente escuchas una voz muerta y agrietada
es porque has hablado con tus manos y has roto los pergaminos
que encerraban tu sabiduría

Has preferido encerrarte dentro de una mandrágora
y desde allí decirnos que el tiempo es otro
y que tú también eres ya otro
nosotros venimos a ti para escuchar
la historia que no conocemos
tus palabras suenan líquidas con la lluvia
tus ojos ven sombras que no podemos ver
solo queremos un guía en este camino
no venimos a salmodiarte como si fueras un dios terrestre
es solo que escuchamos el llamado y emprendemos una travesía
por los cuatro costados de nuestra herida humana
tu vagina es la herida que queremos sanar con nuestras voces
el pez nos mira distante desde la arena del fondo
y brinda con nosotros por nuestra futura recua
y espanto

Ahora,
prosigue a descubrir nuestras formas y colores
es una anunciación del espanto
de vírgenes en vela y del negror de los rostros
ángeles extasiados rondando por los callejones
esta plazoleta no tiene nada de ti
Acaso hablaré en el vacío de tu rostro
o buscare tus pasos detrás de tu cabellera de fuego
o haré muchas cosas para encontrarte y no comprenderte
tantos rostros y no poder comprender a ninguna

La vida es un vidrio desquiciado que nos entrega
sus fragmentos por minutos
y nos hinca los pies

La sangre sobre el pedrusco del camino
nos indica nuestro sexo
nuestro olor a animales muertos
y la fiebre que vino a rondar al séptimo día




LA TRANSFORMACIÓN DE LOS METALES

i
Cuadrados eternos circulares
Formas que no puedes tener
pero que presientes la pureza
y cómo desciende a los ojos
una gama de amianto
roquedales exhaustos
de amalgamas
rocas perpetuas
en donde el tiempo
ha grabado el paso de los años
y sientes
que no puedes salir de ese hoyo
y refulgir junto a tu conciencia
en un médano tenuemente delineado
y solo falúas o musgo
te acompañan en tu soledad

es tan extraño
estar debajo de los dioses
y ver pasar los ciclos
y las estaciones
o como prefieras llamar a esta desgracia
ni verdura ni albura verías aquí
ni frescura de rosa de mayo
cuando esperas la hora final
y sientes tus órganos menos pesados
y tu conciencia se expande
y se repliega con anillos formas
y colores novas nebulosas
un olor a vientre materno
y a Virgen
y al primer aire que se transforma
en ausencia de dioses

un mundo acuático
que es el tránsito hacia la rosa negra
un levantamiento de los ojos
hacia dios
y un desfallecimiento
de tu proporción angélica

luego,
uno encuentra
tan abajo
de los dioses
uno encuentra
formas purísimas
arrayanes fuliginosos
y helados
Cuadrados negros desiguales
refulgiendo en tu conciencia


ii
...y el cadalso de los muertos tan arriba de los dioses
sólo marcas de lo que alguna vez fuimos o consumimos
y también llagas hechas para nuestra gloria
¿acaso crees que podrías correr mi misma suerte?
cuando se es inconstante se puede esperar la muerte acurrucado en su prisión
y no respirar volver atrás
y darse cuenta del final
pero es el retorno el que aleja esas tristes emociones
tan añejas del suelo
y mis dedos sienten la dureza de la piedra
y solo respondo
por los otros presos
por sus orbitas desorbitadas
que giran
más que una aureola boreal

Hijo del Cosmos
dinos si en verdad habitas aquí
o si tal vez para nada oramos en tu nombre
o si tal vez no perdemos la esperanza
de ver algún día un hilillo de luz tan tenue
que nos haga imaginar la vía láctea —una nebulosa dirías
pero acaso es cierto todo esto
¿cómo podría saberlo?
y me llago en albricias
pues el espanto arremete férreamente contra mí
y no hay estulticia que aguante mis llagas
porque podrías haber curado tus heridas
pero has preferido vivir y pensar en el Hijo y en Tu Madre





LAS TÉNEBRES SIRTES
a Lia Rebaza

El lugar donde neblina. Las ténebres sirtes. A todo eso habría que
dar la espalda
Josemári Recalde

Si, HABLO del infierno.
Wilson Bueno

Nos veremos mañana, como siempre?
Podré coger tu mano entre las mías?
Acaso sólo seamos amigos, que es a lo menos
a que mi alma se resigna
Robert Browning

Las Ténebres Sirtes
un lugar en donde
ves el cielo
descampado
de mayo
Un ajedrez
de estrellas
en donde uno
puede moverse
como una princesa
que no existe
Un infierno azul
compuesto de alcohol
y augures de luz
—vacío—
De pronto ves
a Aldebarán
llamado el seguidor
que persigue
a las 7 Pléyades
y no se cansa
de recorrer
la misma estancia
porque a cada paso que da
el brillo rojo de su ojo
no es la cima del frondoso carpe
que en la primera lluvia
se atraviesa
como un tamiz
de sus recuerdos
es decir
su brillo no es natural
y por ello brilla
o no brilla por ser sustancia
o forma del agua
o forma de la luz
o forma del espanto
o existe
además
con un soplido
puedes cambiar
la posición del mundo
ahora,
ves un bosque
que no es éste
y se mantiene
constante
y sueñas
con encontrar
en alguna parte
lo que antes
para ti
era sagrado
estás frente
al ecuador celeste
y no puedes distinguir el frío
de la hambruna
y me da miedo
de olvidarme del mundo
y de la vida
pero aún sigo aquí
y me mantendré
hasta que los carpos
revienten en cenizas
frescas y foscas
hasta que los hombres
sientan la dicha de ser Uno
entre ellos mismos
pero
cuando
has querido
encontrar
una respuesta
a tus actos
has dicho
la tierra
abre
sus febles
mandrágoras
para apaciguar
una aciaga realidad
entonces
por qué niegas
el rumbo perpetuo
de las constelaciones
si nosotros
también aciagos
hemos remontado
promontorios estériles
frías estaciones de lo venidero
pero
para qué preguntas
por la irradiación
del plasma entre tus córneas
si nosotros
también otra vez
no hemos olvidado lo pasajero
y flébil
todo aquello que nos conmueve
y preocupa
así finalmente
verás
un brillo de esferas
un ligero resquemor
y no hay avaricia
que contenga estas fiambras
y si la felicidad
la noche desciende
sobre los astros
y las fuentes se abrevan
en manantiales
líquidos y ferruginosos
es el espanto
de un tiempo remoto y sin historia
y solamente los grabados del cielo
alumbrando las estaciones
y solamente estarse confundido
en un sueño inútil y agrietado
pero para eso se vive una muerte
y la esterilidad no debe
corromper tu visión
pues ves una conglomeración
de estrellas
tan arriba
y piensas que ahí también
debería habitar un germen
que nos diga algo
pero si tan sólo supieras
que tus actos se repiten en el cielo
y que la Aurora solamente sale para ti
es motivo para decirlo
el Can & la Hydra refulgen en su horario
y no es que exista
algo que les diga que hacer
sino las estrellas
ondas celestes
polvo cósmico
se trasladan con tus pasos
que es distinto aferrarse a una verdad
por que la realidad niega y lo transforma todo
que así es y todo
el cosmos va formando una nueva verdad
en tus labios

sábado, 1 de mayo de 2010

Miguel Ángel Sanz Chung, la voz de la manada


Es sorprendente cuantos poetas de talento han aparecido recientemente en el Perú, y entre los jóvenes que tienen una obra que se nota en proceso de consolidación está, Miguel Ángel Sanz Chung, quien participó en uno de los grupos más nombrados entre los muchos que surgieron a comienzos de milenio, Sociedad elefante.
Nuestro poeta nació en la ciudad de Lima en 1979 y cursó la carrera de Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, homologando su título en la Universidad del País Vasco, en España, donde actualmente reside.
En ¡oh, palabras vírgenes! damos una muestra de dos de sus tres libros; los poemas "Tortuga" y "Cisne" corresponden a La voz de la manada (Sociedad Elefante Editores, 2002) y el poema "Rey del universo" corresponde a su último libro, Paciente 164 (Lustra editores, 2009). Dentro de pronto daremos una muestra un poco más extensa del que es para muchos, hasta ahora claro, su mejor libro, Quién las hojas (Editorial Zignos, 2007).



TORTUGA

Cuando exigen de mí
aquella muestra de grandeza,
con la mirada jadeante
y las patas sudorosas,
hurgando entre mis ropas
como si escondiera adrede
la materialización de mi talento,
no puedo más
que abandonarme
a los aullidos,
a la sorna de las Hienas,
a las fauces abiertas que muestran,
con cavernarias sonrisas,
agudas estalactitas
hambrientas de carne.
No puedo más
que bajar la cabeza,
pero sin conformismo, sin rendición,
sino, más bien, con la paciencia
que les tenemos las Tortugas
a la ansiedad de las bestias.
Bajar la cabeza
para dejar caer la mirada
sobre mis manos, mis pies,
o alguna parte de mi cuerpo
que represente físicamente
el instrumento de mi esperanza.




CISNE

Ahora que el cuerpo yace tendido,
inerte tras la salvaje tortura,
todos se miran absortos,
desnudos y deformes,
cada uno ve en el otro
el reflejo vacío de su mirada,
de su malicia.
Cuando tuvieron la oportunidad,
posaron sus estériles patas
sobre el interminable cuello
y apretaron con todo su odio
hasta estrangularlo.
Enajenados, como las peores bestias,
no dudaron un segundo
hasta acabar con el último hilo de aire,
que ahora perfora sus oídos
como el silbo de una flecha
que nunca termina por llegar.
Las plumas,
que aún flotan sobre sus cabezas
como testimonio de la violencia,
una a una se posan sobre sus cuerpos,
como las ardientes esquirlas
de una vida silenciada.
A pesar de ello,
no esbozan ni una mueca
de arrepentimiento.
El mundo seguirá su curso
como lo ha hecho siempre,
y el paisaje, apenas si ha sufrido
una leve transformación:
en un paraje discreto
un Cisne negro yace tendido
en medio de todos los Cisnes blancos
que lo mataron.




REY DEL UNIVERSO

Solo es rey del universo
el que pierde la memoria;
el que construye su propio andamio
y cuelga de lo más alto una guillotina,
el que tira de la cuerda con sus manos
y abandona la cabeza sin remordimientos;
el que camina sin temor hacia un abismo
y se detiene sobre sus talones al borde del precipicio,
el que se afila los cabellos como la punta de una lanza
y se lanza como una flecha hasta perderse en el vacío;
el que consigue un revólver por sus propios medios
y lo carga silenciosamente en el fondo de su cuarto;
el que se traga el cañón hasta arañarse el paladar con el acero
y jala del gatillo mirando hacia la pared;
el que camina lentamente hasta el espejo del baño
y bebe cada sorbo de su mirada,
el que se libera de sí mismo con un solo parpadeo
y olvida que es el rey del universo.